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martes, 22 de febrero de 2011

Vicent Serra i Orvay: la Biblia según la Astronomía

Vicent Serra i Orvay
1869-1952

Vicent Serra Orvay ya había emprendido la restauración del obispado en las Pitiusas –su gran empresa religiosa– y poco faltaba para convertirse en colaborador del Diccionari de Alcover. Tenía más de treinta años cuando cayó en sus manos un volumen francés de astronomía. De repente se conjugaron su formación matemática y el descubrimiento de una pasión que convirtió en objeto de investigación hasta ponerse a la altura de Arthur Eddington.

Nació en octubre de 1869 en la parroquia de Sant Jordi de Ses Salines de Eivissa, en el seno de una familia de propietarios rurales. Su carrera eclesiástica parecía estar casi escrita. Con sólo doce años ingresó en el Seminario Conciliar y, siendo aún alumno de filosofía, empezó a impartir clases de matemáticas, física y química. En 1898 se convertiría en rector del mismo.

Fue poco después cuando Serra Orvay inició la que sería su gran empresa religiosa: la restauración del obispado en las Pitiusas suprimida por el concordato de 1851. Pese a que la confirmación llegaría en 1924, la ordenación episcopal del padre Salvi Huix se retrasaría cuatro años más.


Jeroni Frontera: un matemático en la ruina

Jeroni Frontera
1823-1892

Entre clases de álgebra y trigonometría, Jeroni Frontera parecía labrarse un brillante porvenir. La escuela de contabilidad le abrió las puertas a las Matemáticas: una ciencia mucho más compleja que aquellas simples lecciones aplicables al negocio familiar. Obnubilado por el conocimiento puro, olvidó la parte práctica. Perdido entre las cuentas teóricas, nadie pudo evitar que sus negocios acabaran por llevarle a la ruina.

Octubre de 1823. La familia Frontera-Bauçà –conocida por su carácter instruido y su gran biblioteca– celebra el nacimiento de su hijo Jeroni. El mallorquín estudiaría en Sóller y después en el convento de San Francisco de Asís en Palma antes de que su padre determinara su futuro profesional: aprendería francés y los conocimientos necesarios en contabilidad para hacerse cargo de la empresa familiar.

Poco después de aquel 1840, Jeroni Frontera se trasladaba a Toulouse siguiendo los deseos paternos. Aquella escuela de comercio despertó en él la afición a las Matemáticas; pidió el consentimiento de su familia y consiguió ampliar su formación en el Real Colegio de Toulouse con clases de Geometría, Álgebra y Trigonometría que concluía con excelentes notas.


sábado, 12 de febrero de 2011

Arturo Pérez Cabrero: el arqueólogo modernista

Arturo Pérez Cabrero
1870-1916

En la solapa de Pérez-Cabrero se multiplicaban las medallas de reconocimiento: primero, las de su alistamiento voluntario en Cuba y Filipinas y después, la de su defensa en la mejora de las comunicaciones marítimas con Ibiza. En su currículum, y aunque sin distintivo, figura también como pionero en las excavaciones arqueológicas y fundador de la Sociedad Arqueológica Ebusitana.

Hijo de un coronel de Infantería, Arturo Pérez-Cabrero pasó su juventud entre Madrid y Barcelona, ciudades a las que su padre era destinado y donde él pudo ampliar sus estudios. Muerto su progenitor, regresó a su Ibiza natal.

En 1890 comenzó a desarrollar su faceta periodística como redactor de semanarios y diarios locales de la época. Hasta final de siglo, su vida transcurrió entre lo militar –participó como voluntario en las guerras de Cuba y Filipinas– y la Administración pública como oficial de Hacienda y secretario del Ayuntamiento.

Su trabajo por la modernización de Ibiza comenzó en la última década con las obras del puerto, el alumbrado de la ciudad y la creación de una línea marítima con Barcelona. Con el cambio de siglo, tres cruces al mérito militar y otra al naval, Pérez-Cabrero volvió su mirada al pasado ibicenco. En 1903 fundaba la Sociedad Arqueológica Ebusitana.

"Se creó la Sociedad porque ya se estaban produciendo hallazgos. Sus fundadores eran intelectuales y profesionales liberales", afirma el director del Museu Arqueològic d’Eivissa, Jordi Fernández. Una vez fundada, se buscó un director, un puesto que recayó en Joan Roman i Calbet: profesor, licenciado en Derecho y aficionado a la arqueología y la numismática.


Mauricio Hernández Ponsetí: el investigador celeste

Mauricio Hernández Ponsetí
1859-1932

Mauricio Hernández Ponsetí era un meteorólogo autodidacta. Sobre el tejado de su farmacia de la calle S'Arraval había instalado un precario observatorio con algunos termómetros. No habían llegado aún estudios ni oposiciones que instauraran la meteorología oficial. Sin embargo el talento del menorquín le convirtió en corresponsal del Real Observatorio de Madrid.

Nació en Mahón en 1859 y allí pasó toda su vida hasta trasladarse a Barcelona para estudiar Farmacia. A su regreso a Menorca instaló una farmacia en la antigua calle de S‘Arraval, hoy Prieto y Caulés. Sin embargo su vocación vivía sobre el tejado de la tienda, en aquella rudimentaria garita creada en 1886 desde donde hacía observaciones y mediciones meteorológicas.

"La meteorología se organizó a nivel estatal en 1860", repasaba el director del Centro Meteorológico de Baleares, Agustín Jansà. El primer paso fue la creación de una red de observatorios en todo el país, dos de los primeros en Palma y Mahón. "Joaquín Carreras, un marino retirado, fue el primer responsable en Menorca. Aquellos observatorios aún no tenían carácter oficial porque no los llevaban profesionales sino aficionados", añade Jansà.


Cristóbal Vilella: un delfín en el techo de Madrid

Cristóbal Vilella
1742-1803


¿Quién recordaría el esquema del aparato digestivo sin aquellos dibujos en los que salían a relucir toda la gama de rosas y marrones de la caja de pinturetas? ¿Quién creería en los cuatro estómagos de las vacas sin haberlos visto retratados en un libro de texto? En pleno siglo XVIII -y en los albores de la zoología y la anatomía- las ilustraciones de Cristóbal Vilella eran continuos descubrimientos, empeñado como estaba en llenar de peces los museos de Madrid.

Desde los dibujos amateurs del pequeño Cristóbal, la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid se veía como un castillo inalcanzable. Un trampolín capaz de convertir su afición en una profesión de futuro. Un objetivo que a los 18 años le llevó a cambiar a sus viejos maestros por los artistas de la capital. Tras sus aprobados en la copia de estampas y esculturas, el mallorquín se inició en el colorido de la mano de Antón Rafael Mengs

«En el siglo XVIII la Academia estaba ligada a la corte y los pintores compaginaban sus proyectos reales con la enseñanza. A la llegada de Vilella, Mengs realizaba unos frescos para la decoración del Palacio Real de Madrid, por lo que es posible que el mallorquín le auxiliara», explica la doctora en Historia de la biología, y conservadora de museos, Isabel Azcárate.


'Tractat del salitre': el único libro de texto que pasó a la Historia de la Química

Con la escolarización generalizada a años luz, las lecturas obligatorias no eran problema para los alumnos en pleno siglo XVII. Sin mochilas con sobrepeso ni beneficios editoriales comenzaban a aparecer, aunque resulte sorprendente, los primeros libros de texto. Entre los que se conservan destaca El tractat del salitre, el primer tratado de química moderna.

Los chinos inventaron la pólvora ya en el siglo IX pero su aplicación fue únicamente para cohetes y fuegos artificiales. Su auge llegó con los árabes que la introdujeron en Europa en la Edad Media; y en el siglo XVII su vinculación a las armas de fuego ya era total: «En aquella época el poder político se conseguía a través de las armas y la Ciencia se dedicó al arte de la guerra», afirma Joan Antoni Mesquida, director del Departamento de Filología Catalana y autor de El Tractat del salitre. Estudi històric i lingüístic d’un text químic del segle XVII.

La enseñanza de la artillería comenzó a desarrollarse en el siglo XVI. Se presume que la Escuela de Artillería de Burgos fue la primera en España pero, aunque se desconoce la fecha exacta de su fundación, muchos artículos afirman que la de Mallorca ya funcionaba en 1529. 


viernes, 11 de febrero de 2011

Josep Sureda i Blanes: un discípulo de Nobel

Josep Sureda Blanes
1890-1984

Hay quien dice que la burocracia acabó con la faceta investigadora de Josep Sureda Blanes. Él, hombre polifacético –«un Leonardo al que sólo le faltó dibujar», como apunta Ángel Terrón–, se vio superado por aquel sistema de oposiciones que hacía imposible su acceso a una cátedra. Con la universidad se le cerraban las puertas a una vida como investigador que, aunque costosa, se le antojaba apasionante. La química industrial fue entonces su vía de escape.

Nació en 1890 en Artà pero su padre, farmacéutico, había abierto botica en Palma y toda la familia se trasladó a la capital mallorquina cuando Josep Sureda apenas tenía dos años. Como dictaba la norma no escrita de la buena tradición familiar, casi dos décadas después, también él acabó por licenciarse en Farmacia en Barcelona. Después, se trasladó a Madrid para estudiar el Doctorado; pero para entonces, la profesión heredada ya no le convencía.

«Teníamos veinte años, Madrid tenía veinte años, España tenía veinte años y todo estaba en su sitio», parecía gritar Madrid con palabras que luego escribió Almudena Grandes. La ciudad que se abría ante sus ojos estaba llena de posibilidades. Sureda Blanes formaría parte de la primera promoción de la Residencia de Estudiantes antes de convertirse «en nido de artistas y hombres de ciencia», como explicaría después. «Pese a la escasez de medios, se presentía ya que desde allí se iba a hacer una gran obra», añadía.


Gota de Llet: la pediatría del buen biberón


En 1857 la asignatura de Higiene entraba en las escuelas y copaba los manuales. Era sólo uno de los apartados de un proyecto regeneracionista e higienista que entraba en España empujado por el ejemplo francés. Una nueva ola que tenía la pediatría como baluarte ante las altas tasas de mortalidad infantil. Entre sus instrumentos, los consultorios maternológicos de la Gota de Leche como el de Mahón, pionero en las Islas.

Los inicios del siglo XIX trajeron la consolidación de la medicina pediátrica. Las altas tasas de mortalidad infantil necesitaban de un proyecto sanitario. En Francia, uno de los principales instrumentos fue el control de la lactancia ya que la gastrointeritis era una de las mayores causas de los fallecimientos infantiles por la alimentación inadecuada. Entre las malas costumbres estaba la de mezclar la leche con café o sidra.

La investigación en microbiología y bacteriología aportó una nueva herramienta para la correcta alimentación de los bebés. La leche esterilizada resultó ser más segura que la cruda además de una alternativa y complemento cuando la lactancia materna no era suficiente. Los consultorios maternológicos de la Gota de Leche fueron los encargados del control de la lactancia y de la fabricación de biberones y leches artificiales.


Carlos Cristos: el testimonio vivo

Carlos Cristos
1956-2008

Carlos Cristos consagró su vida y su muerte a la medicina. En la radio se convirtió en el responsable de varios espacios de divulgación y en Ruanda, en voluntario para la reconstrucción del sistema sanitario del país. Fue en Mallorca donde, como médico de familia, tuvo que comunicar a sus pacientes los más diversos diagnósticos. Nunca pensó que un día sería él quien recibiría la noticia de aquella Atrofia sistémica múltiple que le atacaba. Una dolencia irreversible cuyo testimonio quiso convertir en un documental.

Vigo, 1956. Nace Carlos Cristos. Apenas faltan unos años para que comience a fantasear con la idea de ser médico de familia y tratar a los pacientes cara a cara. Un sueño factible que pasó por una licenciatura en Medicina y otra en Cirugía antes de hacerse realidad.

Pero la bata blanca y la chapa en la solapa pronto dejaron de ser suficientes. Carlos quería más y, sucesivamente, fue implicándose en nuevos proyectos: creó un programa de informática sanitario pionero a nivel mundial, se dedicó a divulgar la ciencia desde las ondas de Radio Nacional y se trasladó como voluntario a Ruanda donde ayudó a la reconstrucción del sistema sanitario del país.


Margarita Comas: La ciencia, ese juego de niños

Margarita Comas
1892-1973

Cuando Margarita Comas llegó a la pedagogía encontró un sistema arcaico y machista en el que la enseñanza de la ciencia estaba restringida a los varones mientras que las niñas eran educadas en sus 'labores propias'. Su obra fue una de las renovadoras del magisterio español.

Su vocación pedagógica era innegable, pero había algo más: «La inmensa mayoría de mujeres que en esta época se dedicaron a la ciencia lo hicieron desde la didáctica porque era algo más aceptado socialmente», afirma la Doctora en Pedagogía y profesora de Historia de la Educación de la UIB, Francesca Comas. Durante su etapa en Madrid la menorquina realizó prácticas de química, zoología y mineralogía. 

Pero su doctorado en la Sorbona de París - que la convirtió en una de las primeras mujeres españolas Doctora en Ciencias - fue uno de los pocos estudios científicos que le permitieron desarrollar. Su investigación trataba una de las cuestiones más debatidas en el momento: la determinación biológica del sexo en las especies según las condiciones ambientales. Por ejemplo, la incidencia de la temperatura en la proporción de machos y hembras en la población de la Rana temporaria.


jueves, 10 de febrero de 2011

Heinrich M. Willkomm: el botánico en el exilio

Heinrich M. Willkomm
1821-1895


Procesado y juzgado por un delito de alta traición por su adhesión a la asociación estudiantil, Willkomm estaba a punto de tirar la toalla. Expulsado de la Universidad de Leipzig, planeaba exiliarse a un hospital de India. El botánico Kunze le hizo entonces un encargo: herborizar, entre otras zonas, la Península Ibérica. Una misión que guiaría desde entonces su carrera y que en 1873 le trajo a Baleares.

El interés de Heinrich Moritz Willkomm por la botánica fue más que prematuro. Nació en 1821 en Herwigsdorf (Alemania) y ya en el colegio su obsesión por las plantas hizo que la dirección del centro le prohibiera su recolección. Sin posibilidad de acceder a estudios botánicos superiores, el alemán ingresó en la Universidad de Leipzig en 1841 para cursar Medicina y Ciencias Naturales. 

Atraído por el movimiento universitario en defensa de una Alemania unida y libre, Willkomm ingresó en la asociación estudiantil, por entonces prohibida. La afiliación le supuso ser procesado junto a otros muchos estudiantes. Fue juzgado por delito de alta traición y expulsado de la universidad.


Salvador Canals Frau: El antropólogo de América

Salvador Canals Frau
1893 - 1958


Salvador Canals Frau se especializó en antropología en la Universidad de Fráncfort cuando el estudio de las razas humanas estaba demasiado ligado a algunos regímenes totalitaristas de Europa. El mallorquín se centró en la investigación del origen de la población de Sudamérica. Entre sus contribuciones, el descubrimiento de los prehuárpidos y la teoría de las cuatro corrientes pobladoras.

Poco tiempo pasó Canals Frau en su Mallorca natal. Nació en Sóller en 1893, donde también realizó sus estudios primarios. Sin embargo, en seguida se trasladó a Francia para cursar bachillerato. Luego, dio el salto a Alemania, donde se especializó en antropología y etnología por la Universidad de Fráncfort.

En 1930 emigró a Argentina para centrarse en el estudio de la historia prehispánica. Sólo tres años después ocupó la cátedra de Antropología de la Universidad de la Plata, cargo que ostentaría también en las universidades de Tucumán y la Nacional de Cuyo.

Su labor investigadora fue reconocida ya en 1940 por la Comisión Nacional de Cultura del gobierno argentino. Sin embargo, y pese a que comenzaba a ser considerado uno de los mejores especialistas, se vio obligado a dimitir de todos sus cargos en 1946 con el estallido de la revolución peronista.


Emili Sagristà: el profeta científico

Emili Sagristà
1875-1963

El tiempo convirtió a Emili Sagristà en un personaje y olvidó a la persona. Su figura menuda y nerviosa destacaba entre el resto de maestros del Seminario diocesano, «tan formales, graves y peripuestos». Una damnatio memoriae que pareció borrar de un plumazo su currículum como profesor de ciencias. En 1905 se convirtió en uno de los principales ayudantes en las observaciones del eclipse total de sol. Después, su legado como fundador del laboratorio de física y química y del museo de Historia Natural intentaron combatir a duras penas su leyenda.

Nació en Palma en 1875. Su padre, marine, se preocupó de garantizarle una buena formación que Emili Sagristà orientó hacia la carrera eclesiástica. Siendo aún seminarista fue bibliotecario del Seminario y asistente del Obispo Campins. Fue de la mano del bisbe como conoció la renovación diocesana que estaba a punto de revolucionar la Iglesia mallorquina y que incluía un nuevo plan de estudios. Coincidiendo con el papado de León XIII –gran impulsor de las ciencias naturales– pretendía crear una Universidad Eclesiástica independiente de la de Valencia.

«Sagristà ingresó en el Seminario con apenas diez años. Allí curso los estudios primarios y secundarios además de la carrera eclesiástica con Teología y Filosofía, comparable a una licenciatura civil», explica el director de la Biblioteca Diocesana, Gabriel Seguí, autor de Emili Sagristà i Llompart en el seu context. El mallorquín formó parte de una generación heredera de aquel impulso de llevar la modernidad a la Iglesia en pleno auge del liberalismo y de conectarla con el mundo de la ciencia.


Maria Àngels Cardona i Florit: la botánica del ecologismo

M.Àngels Cardona i Florit
1940-1991

Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona, Maria Àngels Cardona decidió no regresar a Menorca. Tuvo, sin embargo, a su isla como el eje central de sus investigaciones. Discípula de Ramon Margalef (ver entrada), fue pionera en el estudio de la flora a través de sus cromosomas y elaboró estudios de protección paisajística que desembocarían en la declaración de la Reserva de la Biosfera.

Maria Àngels Cardona era deudora de sus predecesores. Recopiló El coneixement florístic de l’illa de Menorca y rindió homenaje bibliográfico a Rodríguez Femenías (ver entrada). Pero ella era, en realidad, hija de otro tiempo. Nacida en Ferreries en 1940 se había trasladado hasta la Ciudad Condal para estudiar Ciencias Biológicas, licenciatura que obtendría en 1963.

Acabada la carrera, la menorquina decidió quedarse en Barcelona para continuar con su faceta de investigadora e iniciarse en la docencia. Formaba parte de una generación de biólogos discípula de Ramon Margalef, uno de los máximos representantes de la ecología como disciplina académica.


Jaume Damians: El 'hacker' de la espeleología

Jaume Damians
1960-2008

La espeleología era sólo una afición. Y no únicamente para Jaume Damians, que pasó su vida profesional ligado a la informática. El propio Speleo Club Mallorca no tenía en su origen más objetivo que las salidas deportivas. Sus posibilidades en relación con la arqueología y la biología dieron un giro de 180 gados. Y Damians se convirtió en impulsor de campañas como Minor 87 y pionero en el estudio del medio subterráneo superficial.

Édouard A. Martel (ver entrada) y Emil Racovitza (ver entrada) eran nombres conocidos en Mallorca. Pero sus experiencias, a veces más cercanas a la mitología que a la ciencia, quedaban ya muy lejos en el tiempo. «En los años 50 del siglo XX un nuevo grupo liderado por catalanes, como Josep Maria Palou, recuperó el interés por el estudio de las cuevas. Un movimiento que coincidió con la fundación de la Societat d’Història Natural», recuerda el profesor del departamento de Ciències de la Terra de la UIB, Guillem X. Pons.

Pese a reactivar la investigación de las cavidades, el movimiento volvió a extinguirse. Así que cuando Jaume Damians comenzó a interesarse por las grutas, se limitó a las excursiones deportivas. Nacido en 1960, se vinculó de manera oficial a la espeleología en 1977 al adherirse al Speleo Club Mallorca y, dos años más tarde, al Grupo Espeleológico EST de Palma.

Su profesión era la informática, pero el mallorquín dedicaba cada vez más tiempo a las salidas montañeras. Una formación autodidacta que le convirtió, a finales de los 70, en uno de los impulsores de técnicas como la de sols corda. «Un método seguro que, por la falta de fijadores o anclajes, permitía más autonomía en el acceso», explica Pons.

Fue, tal vez, el principio de la revolución. El sols corda facilitaba la exploración de ventanas laterales o cavidades más inaccesibles como el Avenc d’Escorca. Las posibilidades de la espeleología se multiplicaban y ésta se ponía, además, al servicio de la ciencia.

La primera faceta en desarrollarse fue la arqueológica. Una vertiente en la que Damians se inició de la mano de compañeros como Miquel Trías. Las excursiones se convirtieron entonces en campañas para la detección y exploración de yacimientos.

La topografía llegó justo después. En aquel mismo 1979, el mallorquín se incorporó a la junta directiva de la Federación Balear de Espeleología como coordinador del Catàleg de cavitats. «Ya existía un archivo muy primario de planimetrías de las cuevas, pero éstas aumentaron con la creación de la revista Endins que ayudó a difundirlas», relata el profesor de la UIB. Aquel primer catálogo recogía más de 3.000 cavidades de Baleares.

DE LA ESPELEOLOGÍA A LA ZOOLOGÍA

La conexión de la espeleología con la ciencia quedaba cada vez más patente. Su responsable era una nueva generación de investigadores que promovían el estudio científico de las cuevas. Una nueva ola en la que –junto a Damians– se encontraban Jaume Coll, Xavier Bellés, Joan Pons Moyà (ver entrada) o Ángel Ginés.

Muchos eran autodidactas; otros estaban relacionados con los estudios universitarios de ciencias naturales. Una vinculación que facilitó su promoción pero que, dada su condición de estudiantes, impedía que se tratara de campañas oficiales.

En los 80 la espeleología se aunó con la biología para el estudio de la fauna cavernícola. El mallorquín estudió la biogeografía y la taxonomía de arañas, coleópteros, moluscos terrestres, etc.

Firme impulsor de la bioespeleología, Damians promovió campañas de exploración como la Minor 87 en Menorca, la primera realizada en las Islas por investigadores baleares. «La fauna cavernícola tenía aquí un doble aislamiento: el de la cueva y el de la isla. El número de endemismos podía rozar el 70%», apunta Pons.

El informático dio incluso un paso más como pionero en el estudio de los organismos del medio subterráneo superficial. «Fue una vertiente puesta de moda por los franceses y que constataba que la fauna cavernícola vivía también en el espacio superior de las cuevas, entre la superficie y las grietas conectadas o no con la cavidad».

Sus logros siguieron en los 90 cuando ingresó en la junta directiva de la Societat d’Història Natural de Baleares en 1994. Además de la práctica, revisó todo el conocimiento histórico de la espeleología en Mallorca en el número especial de Endins coincidiendo con su vigésimo aniversario. Sin embargo, Jaume Damians acabó por transformarse en un hombre de la cultura. Fundador de la compañía L’Ombra del Cranc, regidor de Iguana Teatre y vinculado a la Fundació Teatre del Mar, falleció en Palma en 2008. El mundo del teatro lamentó su pérdida. El de la ciencia, se alegró de conservar el legado teórico de su trabajo.

Baleópolis nº 94 -25/01/2011

Fuente y origen fotos:

http://www.raco.cat/index.php/Endins/issue/view/8513
http://www.raco.cat/index.php/BolletiSHNBalears/issue/viw/13685
http://www.raco.cat/index.php/Endins/article/view/138424/189376

Joaquim Maluquer: El edén reptil

Joaquim Maluquer
1892-1986
Su reputación como ingeniero creció hasta convertirse en directivo de una de las primeras y más importantes eléctricas de Cataluña. Sin embargo, Joaquim Maluquer se inició en la zoología antes que en su vida profesional. Miembro de una familia de naturalistas, se convirtió en uno de los principales herpetólogos del país, pionero en los estudios en Baleares.

Nació en Barcelona en 1892 y muy pronto desarrolló, casi de forma paralela, la faceta naturalista y la profesional. Se formó como perito industrial electricista y más tarde como ingeniero eléctrico, ampliando sus estudios en Inglaterra. Tenía sólo 17 años cuando entró a trabajar en AEG. Primero en Madrid y más tarde en Barcelona.

Sólo un año antes, Joaquim Maluquer había ingresado en la Societat Catalana d’Història Natural, fundada en 1899 por sus hermanos Salvador y Josep. Su formación no tenía nada que ver con las ciencias naturales, pero la herencia familiar le convirtió en miembro de una tercera generación de naturalistas.


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