Enric Gros
1864-1949
Cuando murió llevaba catorce años instalado en Mallorca y era, según dicen, «más pobre que una rata». Su nombre no aparecería entre las grandes personalidades científicas del siglo XX, pero Enric Gros había sido uno de los hombres fundamentales para el desarrollo de la botánica. Sobre una mula había recorrido España como un espía en busca de especies vegetales. Baleares acabaría por ser su refugio definitivo.
Nació en Franciac de la Selva (Girona) en 1864, en una familia de pastores. Probó diferentes oficios, desde leñador a segador pasando por carbonero del bosque, y a los 20 años aprendió a leer y escribir. Tal vez fue entonces cuando Enric Gros decidió emprender el gran viaje de su vida. Cuba parecía un destino atractivo además de un lugar en el que encontrar un empleo mejor. El Hospital de las Ánimas de La Habana le incorporó pronto a su equipo. Primero, como jardinero y después como voluntario para los primeros experimentos sobre la vacunación contra la fiebre amarilla. Las pruebas comenzaban con la picadura de mosquitos infectados. El catalán fue uno de los pocos que logró sobrevivir.
De regreso a Barcelona, Gros conoció a uno de los personajes más destacados en la ciencia del momento: el naturalista y oceanógrafo Odón de Buen (ver entrada). Lo que el aragonés vio en él es casi un misterio, pero no dudó en contratarle como ayudante de prácticas para su laboratorio en la universidad de la Ciudad Condal. Al fundar en 1906 el Laboratorio biológico-marino de Porto Pi, le trasladaría a Palma. Seis años después, pasaría como mozo de laboratorio al centro de Málaga.