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lunes, 11 de junio de 2012

Miquel Ballester, un físico para el Mediterráneo

Miquel Ballester
1919-2008

Durante su vida y su carrera, Miquel Ballester asistió a la gran transformación de la meteorología. Sus inicios le vincularon a un Servicio Meteorológico Nacional aún dependiente del Ministerio del Aire y con las aerolíneas como destinatarios principales. Cuando se jubiló, la ciencia estaba preocupada por un cambio climático que el solleric se negaba a aceptar. Entre ambas épocas, se convirtió en una autoridad en la física meteorológica y un impulsor de los estudios en el Mediterráneo.



Nació en Sóller en 1919, pero pronto se trasladó a Barcelona y Madrid para iniciar sus estudios universitarios de Física y Meteorología. Ya graduado, dio el salto a Cambridge (Inglaterra) para ampliar sus estudios en el Gonville &Caius College. Sin embargo, sería en Mallorca donde comenzaría su carrera profesional.



Ingresó en el Servicio Meteorológico Nacional en 1941, y su primer destino llegaría sólo un año después como jefe del observatorio de Alcúdia, un centro vinculado a la base militar. «Cuando se organizó la meteorología en España, ésta estaba asociada al Ministerio del Aire y al servicio militar. Tenía también relación con la aeronáutica porque las predicciones eran fundamentales para los vuelos», explica el catedrático de Meteorología de la UIB, Climent Ramis.

Daniel Escandell, el observador de Marte

Daniel Escandell | EEIF
Daniel Escandell
1932-1997

La oposición favorable de Marte en 1956, unos diez millones de kilómetros más cerca de lo habitual, revolucionó Ibiza. El fenómeno y la reciente compra de un telescopio por parte del Ayuntamiento de la ciudad aceleraron la creación de un observatorio en el Puig des Molins. Detrás del proyecto, el joven Daniel Escandell. Un universitario que dirigió las observaciones del planeta rojo y que destacaba como la gran promesa de la astronomía ibicenca. Pero su frustrada carrera le convertiría en guía turístico.

Nació en Sant Jordi de Ses Salines en 1932, pero no sería hasta más de una década después cuando el nombre de Daniel Escandell comenzaría a ser popular. Su paisano, el astrónomo ibicenco Vicent Serra i Orvay (ver entrada), le conocería en una de sus últimas visitas a la Sociedad Astronómica de España y América, con sede en Barcelona. Ya entonces se refirió a él como «una gran promesa» para la ciencia, no sólo de la isla «sino de todo el estado».

Había sido durante el bachillerato cuando el joven se había sentido atraído por la astronomía y los estudios científicos. Aquel interés continuaría después con su matriculación en Ciencias Exactas en la universida de Barcelona. «La astrofísica aún no existía como carrera, y la astronomía, principalmente la posicional, era sólo una rama de las Ciencias Exactas», señala el presidente de la Agrupación Astronómica de Ibiza, José Luis Bofill.

Maria Lluïsa Canut, feminismo desde la física

Maria Lluïsa Canut
1924-2005

Su tesis Dinámica de redes en cristales moleculares la convirtió, a mediados de los 50, en una investigadora puntera en la cristalografía española. Maria Lluïsa Canut sería, durante 40 estudios científicos y otros tantos años, la otra pieza de un tándem en el que, junto a José Luis Amorós, consiguió prestigio a nivel internacional. Su llegada a la Southern University de Illinois le permitió convertirse, además, en líder de un movimiento feminista por la igualdad de sueldos para las mujeres docentes.

Nació en Mahón en 1924, pero su carrera científica no comenzó hasta su traslado a la Ciudad Condal. En la Universidad de Barcelona se licenciaría en Ciencias Físicas para luego doctorarse, en 1955, con su primer trabajo de investigación. Una tesis titulada Dinámica de redes en cristales moleculares y cuyo proyecto había dirigido el experto cristalógrafo José Luis Amorós.

«Aquel trabajo supuso un plantemiento muy novedoso para la época ya que analizaba el movimiento de las moléculas dentro de los cristales a través de la observación por rayos X», afirma el catedrático de la Universidad de Barcelona, Salvador Galí. La tesis de Maria Lluïsa Canut resultaba casi un «atrevimiento» en un panorama universitario con escasos recursos para la experimentación y prácticamente estancado desde la Guerra Civil.

Gandolfi, el profesional de la anguila

Alfonso Gandolfi
1890-1938

En 1918 Alfonso Gandolfi llamaba a la puerta del Laboratorio de biología marina de Porto Pi. Le recibía el director del centro, Odón de Buen (ver entrada), que recordaba cómo había conocido al suizo, apenas cinco años atrás, en un congreso celebrado en Mónaco. «Se había especializado en el estudio minucioso de las anguilas y peregrinaba de laboratorio en laboratorio», escribiría tiempo después en sus memorias. Mallorca, con los canales de La Albufera y la bahía de Palma, se había convertido en su nuevo destino.

La autobiografía de De Buen y los estudios del propio Gandolfi –más de 50 sólo en España– contienen los pocos datos que, aún hoy, se conocen sobre la vida del ictiólogo. Nació en Suiza hacia 1890 en el seno de una familia noble. Él mismo ostentaba el título de Duque de Gandolfi, un reconocimiento que otorgaba el Papa.

Doctorado en Ciencias Naturales y convertido en profesor de la Universidad de Ginebra, llegó por primera vez a nuestro país entre 1915 y 1916. Para entonces ya había participado en el Congreso Internacional de Zoología celebrado en Mónaco en 1913 –el mismo en el que conocería a Odón de Buen– y su fama como ictiólogo corría ya por media Europa. Los siguientes veinte años de su carrera iban a estar dedicados, en cuerpo y alma, al estudio de las anguilas.
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