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viernes, 28 de septiembre de 2012

Francesc Barceló i Combis, el retratista del zoológico

Francesc Barceló i Combis
1820-1889

Del cielo al mar y de la tierra, al río. No quedó medio alguno que Francesc Barceló i Combis no inventariara con su pluma de teórico de la zoología. Había desterrado la idea de ejercer la medicina por la docencia de las ciencias naturales. Y por su enciclopedia de las Baleares pasaron pájaros, reptiles y moluscos.

Desde su Peratallada natal –en el Baix Empordà catalán– Barceló i Combis soñaba con ser médico. Por eso se licenció en Cirugía y Medicina en Barcelona, pero luego llegaron la Física, la Química y la Botánica. Su camino se alejaba del quirófano y se acercaba a las aulas. Mallorca y el Institut Balear –una institución fundamental en la enseñanza de la isla en el siglo XIX– terminaron de marcar su rumbo.

En 1847 obtenía la plaza de catedrático interino de Física y Química del Instituto Balear y se trasladaba a Palma. Cinco años después la adquiría en propiedad y comenzaba su andadura como maestro en Mallorca. Más tarde se convertiría también en catedrático de Historia Natural del Instituto de Segunda Enseñanza.

Francisco Puig, el cirujano renovador

Francisco Puig
1720-1797

Francisco Puig tenía la categoría de jubilado cuando llegó a Mallorca en 1788. Tenía 68 años, pero estaba empeñado en demostrar que no era un hombre acabado. La Isla le brindó la oportunidad de promover los estudios de cirugía, como siempre había defendido. Un año después, la creación de la Escuela de Anatomía y Cirugía de Mallorca consiguió importar la renovación científica que Pere Virgili había iniciado en Barcelona.

Se graduó como cirujano en Cervera (Lleida) en 1740, pero Francisco Puig había nacido veinte años antes en Barcelona. Sería allí, también, donde desarrollara los primeros años de su carrera profesional. Primero, en una de las tiendas de cirugía-barbería de la ciudad. Después, como cirujano mayor en el hospital de la Santa Creu para en 1753 pasar al área de Sanidad del Ayuntamiento.

Su primer contacto con la revolución de aquella ciencia llegaría en 1761 con su incorporación como profesor y secretario del Real Colegio de Cirugía que acababa de fundar Pere Virgili. Desde la nueva institución, así como desde el Hospital General en el que también ejercería, demostró su intención de promover los estudios de cirugía.

La oportunidad de Puig tardaría aún más de dos décadas en llegar. Problemas en su ciudad natal –que acabarían por provocar el rechazo de algunos sectores hacia su figura– y sus continuas ansias de ascender, acabaron por imponerle la jubilación del Colegio barcelonés en 1784. Tenía 64 años pero aún le quedaba mucha carrera por delante.

Hay quien dice que la propuesta fue suya, pero Francisco Puig presumía de que el Ayuntamiento de Palma le había pedido que fundara un colegio de cirugía en nuestra Isla. Proyecto para el que obtuvo permiso en 1789, cuando se fundó la Escuela de Anatomía y Cirugía de Mallorca. El catalán pasó a hacerse cargo de la dirección.

El reglamento y los estatutos del Colegio de Cirugía de Barcelona sirvieron como modelo para la institución mallorquina. Durante el siglo XVIII la enseñanza quirúrgica en España experimentó una gran transformación. Una modernización en la que Puig «sería una de las figuras puente o transicionales entre el bajo nivel quirúrgico de los años iniciales del Setecientos y el resugir de la cirugía española durante las últimas décadas», como indica Juan Riera Palmero en el artículo Nuevos datos sobre el colegio de cirugía de Mallorca.

Lámina incluida en el tratado de Francisco Puig
En 1790 el catalán publicó un plan de estudios para el centro mallorquín en el que demostraba cómo, partiendo de su formación tradicional, se incorporaba a aquella reforma que había conocido en Cataluña de la mano de Pere Virgili. Sus indicaciones abarcaban las diferentes disciplinas incluidas en los estudios. Desde las materias más teóricas como anatomía, traumatología o química a otras más prácticas como vendajes, partos o heridas por arma de fuego.

La formación consistía en seis cursos escolares en los que se incluían prácticas en algún hospital. El plan recoge también la reglamentación de grados, exámenes y sesiones científicas. Pero iba, incluso, más allá. Las observaciones de Francisco Puig tratan también los problemas sanitarios, las tareas y el personal asistencial de las instituciones hospitalarias y el papel de la sanidad en los cementerios y la cirugía forense legal.

«Las ideas de Puig muestran la progresiva incorporación a los hábitos de trabajo europeo», asegura también Riera Palmero. En 1793 publicó, en colaboración con Sebastià Muntaner, el Manual teórico-práctico de las operaciones de cirugía para instrucción de los alumnos de la Escuela de Palma de Mallorca.

El catalán puso especial atención en las demostraciones anatómicas, a las que invitaba a los regidores del Ayuntamiento. El Archivo de Simancas conserva aún algunos de sus dibujos que reproducían las preparaciones de la vena porta y de los nervios de las extremidades inferiores. Eran láminas que se colocaban sobre un atril en la sala de prácticas.

En 1792 dejaba su puesto como cirujano mayor en el Real Hospital de Palma de Mallorca. En 1809 un grupo de cirujanos logró que se aprobara un proyecto para convertir la Escuela de Anatomía y Cirugía en un Real Colegio. Las dificultades presupuestarias impidieron que se hiciera realidad y el centro cerraría sus puertas en 1825.


Baleópolis nº144     14-02-2012


Fuentes

MASSONS, Josep Maria. Francesc Puig i els cirurgians del seu temps
http://www.ramc.cat/publicacions/51-Francesc%20Puig.pdf

BALLESTEROS, Alfonso. Las ciencias de curar durante la Guerra de Independencia
http://www.medicinabalear.org/numeros%20anteriores/revistas/VOL23/vol23_n2/editorial.pdf

RIERA PALMERO, Juan. Nuevos datos sobre el Colegio de Cirugía de Mallorca
http://es.scribd.com/doc/107292226

PUIG, Francisco. Plan Para Perficionar [Sic] Los Estudios de Cirugía
http://es.scribd.com/doc/107288877

Miquel Massutí Oliver: y la pesca se hizo ciencia

| Miquel Massutí Pascual
Miquel Massutí Oliver
1930-2012

Su nombramiento como primer director general de Pesca del Govern culminaba un proyecto de muchos años: consolidar la relación entre la oceanografía y el sector pesquero. Como científico, Miquel Massutí Oliver trabajó en la prospección de caladeros y en la cartografía submarina del mar balear. Desde la Administración contribuyó a la regulación de la pesca para que fuera sostenible mientras crecía su capacidad.

Nació en Palma en junio de 1930. Miquel Massutí Oliver era el nuevo miembro de una familia de biólogos y oceanógrafos. Su padre, sin ir más lejos, había sido director del laboratorio del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en la capital mallorquina. La vocación y aquella suerte de tradición familiar le llevarían también a él a estudiar Ciencias Naturales en la Universidad de Barcelona.

En 1954 comenzaría su carrera profesional como becario en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en los laboratorios de Blanes, Vinaroz y Cádiz. Pero sería su ingreso en el IEO en 1959 el que marcaría definitivamente su trayectoria. El laboratorio palmesano se convirtió también en su nuevo destino.

Domingo Casasnovas, ¿primer dentista de España?

| Sociedad Española de Historia de la Odontología
Domingo Casasnovas
1853-1917

Los datos sobre la biografía de Domingo Casasnovas son confusos. Mientras todos le confirman como el primer cirujano-dentista de Mallorca, el solleric parece poder presumir, también de haberlo sido a nivel nacional. Un pionero absoluto que contribuyó a la renovación de la odontología en el XIX.

En 1917 la revista La Odontología homenajeaba a Domingo Casasnovas con A un veterano. El artículo no sólo lamentaba su pérdida sino que elogiaba sus 40 años de profesión. El protagonista era un solleric que ostentaba el honor de haberse convertido en el primer cirujano-dentista de Mallorca. Pero aquella necrología era también una pista en la historia poco conocida de Casasnovas. ¿Había sido también el primero de España?

Nació en Sóller en 1853, pero no es hasta su llegada a Madrid cuando se conocen los primeros datos de la vida de Domingo Casasnovas. En la capital se convirtió en discípulo de Cayetano Triviño, "creador de una facultad privada para formarse en odontología, impulsor del primer colegio de la profesión y del título de cirujano-dentista", le describe el presidente de la Sociedad Española de Historia de la Odontología (SEHO), Javier Sanz. Sería precisamente aquella última faceta la que le uniría al mallorquín.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Ángel Palerm, el antrópologo del esclavismo

Ángel Palerm
1917-1980

Su llegada a México tenía detrás el drama de un exilio político y por delante, una brillante carrera como antropólogo. El nombre de Ángel Palerm es hoy prácticamente desconocido en su Ibiza natal, pero la Historia le dibuja como un maestro en el conocimiento de Mesoamérica y un académico –con una cátedra con su nombre en España– que llevó sus teorías a algunas de las principales universidades de Estados Unidos.



Nació en Ibiza en 1917 y allí viviría hasta que en 1936 dio el salto a Barcelona. Pese a ser un gran activista político, poco o nada intuía Ángel Palerm del estallido de la guerra que le pilló ya matriculado de Historia en la Universidad de la Ciudad Condal. Pronto se unió al ejército republicano para combatir en el frente. Tres años después, con la derrota, fue uno de los últimos en cruzar la frontera hacia Francia.



Su exilio comenzó con su confinamiento en un campo de concentración hasta que en agosto de aquel mismo año llegó a México. Allí pasó algún tiempo hasta que en 1945 decidió retomar su formación. Primero en la Universidad Nacional Autónoma y después en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Su tesis Las bases agrícolas de la civilización urbana en Mesoamérica le permitió obtener el doctorado en Ciencias antropológicas.



Autores como Foster, Carrasco o Armillas influirían en los inicios de su carrera. Pero sería de Isabel Kelly de quien aprendería, según él mismo, «el rigor de la metodología y la reflexión analítica». Desde finales de los años 40, Palerm se centró en la antropología y orientó sus estudios a su propio entorno para dedicarse a los orígenes prehispánicos de Mesoamérica. Un interés que ya había avanzado con su tesina y que se mantendría durante toda su trayectoria.

Élie de Beaumont, geólogo por correspondencia

Élie de Beaumont
1798-1874

Con una mano Élie de Beaumont dibujaba el perfil orográfico imaginario de Mallorca. En la otra, sostenía una de las rocas enviadas desde allí por Cambessèdes. Nunca había pisado el archipiélago, tal vez ni siquiera pensó hacerlo, pero la colección de minerales recolectados por su compatriota le permitió hacer una aproximación descriptiva de las Islas. Un artículo que constituyó el primer trabajo geológico sobre Baleares.

Nació en Calvados (Francia) en 1798, hijo y nieto de abogados. Pero la vocación de Jean-Baptiste Élie de Beaumont le orientó hacia la ciencia. Ingresó en la Escuela Politécnica y en la Escuela de Minas para estudiar ingeniería. Pero sería en las clases de geología donde descubriría su verdadera profesión. Las mismas que le llevarían a continuar su formación en la Facultad de Ciencias de París.

Entre 1820 y 1822 comenzaron sus viajes para realizar observaciones geológicas. Primero por diversas regiones francesas antes de dar el salto a Inglaterra y Escocia. Allí conocería también el mapa del país trazado por George Bellas Greenough. Era la inspiración necesaria para la gran carta geológica de Francia que empezaría a diseñar en 1841. El logro más reconocido de su currículum. Nada se sabe de cómo nació el interés de De Beaumont por Baleares. Tampoco del origen de su proyecto geológico en las Islas que tuvo al botánico Cambessèdes como principal aliado. Una suerte de corresponsal sobre el terreno que recogiera el material suficiente para su análisis posterior.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Josep M. Palau Camps, un investigador entre insectos

Josep M. Palau Camps
1914-1996

El detective Jaume Arbós fue su mayor creación novelística. El retrato literario de su propio perfil de sombrero, pipa y gabardina. Pero también el alter ego de las exploraciones en cuevas mallorquinas que convirtieron a Josep Maria Palau Camps en pionero de la bioespeleología y de la entomología. Un investigador práctico que supo ponerse al servicio de otros para hacer avanzar los estudios sobre insectos.

Nació en Barcelona en 1914. La misma ciudad en la que se licenció en Ciencias Naturales y donde conoció a Francesc Español, quizá el maestro que orientó su carrera hacia la entomología. Una pasión que Palau Camps mostraría tímidamente en Cataluña –allí colaboraría en el Museo de Zoología– para después desarrollarla por completo en Mallorca. Los problemas de salud de su padre, el botánico Pere Palau, llevaron a la familia a instalarse en la Isla en 1941.

Su habilidad para el dibujo le acercó primero a las ciencias como ilustrador de las plantas que estudiaba su padre. Poco después, ambos se convertían en fundadores de la Societat d’Història Natural de Balears. «Surgió en 1954 como un punto de encuentro para todos los naturalistas que trabajaban en las Islas. Pero ya desde 1948 habían existido campañas y actividades vinculadas a la Real Sociedad de Historia Natural », relata el profesor del departamento de Ciencias de la Tierra de la UIB, Guillem X. Pons.

Gabriel Llabrés Quintana, el excavador oficial de Pollentia

Gabriel Llabrés Quintana
1858-1928

Las primeras noticias sobre Pollentia databan del siglo XVII. Desde entonces, un par de hallazgos casuales y otros tantos estudios sobre la zona fueron lo único aportado a la Historia de la arqueología. Fue en 1923 cuando el erudito Gabriel Llabrés Quintana obtuvo el permiso del Estado y se convirtió en el director de las primeras excavaciones en el área. Una ciudad romana hoy icono del patrimonio mallorquín.

Nació en Binissalem en 1858 en el seno de una familia convencida de que la mejor herencia que podía dejarle era una buena formación. Y así se marchó primero a Barcelona donde estudió Derecho y Filosofía y después a Madrid donde obtuvo la licenciatura de Filosofía y Letras. Soñaba, dicen, con ser catedrático universitario, pero su trayectoria acabaría yendo por otros derroteros. La educación, sería la excusa pero la Historia sería su velada pasión.

En aquel intento de hacer carrera como historiador, ganó por oposición una plaza de ayudante del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Primero le destinaron a Teruel y luego a Barcelona. Después, se convirtió en profesor auxiliar en Palma y durante doce años se dedicó a suplir las faltas y vacantes de todas las asignaturas de Letras.


La frustración docente crecía al mismo tiempo que se alimentaba de la erudición y la investigación. Corría 1885 cuando creó el Butlleí de la Societat Arqueològica Lul·liana, una publicación fundamental para divulgar la Historia de Mallorca. La institución había nacido sólo cinco años antes.
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