1878-1900
Las memorias de Ramón y Cajal guardaban una sorpresa para nuestros investigadores. «El joven mallorquín Blanes Viale, alumno aventajadísimo(muerto también en flor antes del término de la carrera)», recordaba de sus años como catedrático en Madrid. La cita escondía la historia de Tomás Blanes Viale, que había conseguido ser su discípulo directo gracias a sus dotes como dibujante. Sus estudios y la estima del Nobel llevaron a bautizar unas células olfatorias en su honor.
Fue mallorquín de adopción, pero no de nacimiento. Tomás Blanes Viale nació en 1878 en la ciudad uruguaya de Mercedes, hijo del médico Rafael Blanes, originario de Artà. Sus primeros años trascurrieron entre Uruguay y Puerto Rico, pero el clima del Caribe empeoró la ya delicada salud del patriarca y obligó a la familia a regresar a Mallorca.
El joven tenía sólo 15 años. Instalado en Palma, cursó el bachillerato en el Instituto Balear, cuyo título obtuvo en 1896. El mismo año en que se trasladaría a Valencia para estudiar el preparatorio de Medicina. Pero su objetivo era la capital: Madrid. Y allí llegó después para ingresar en la Universidad de San Carlos.
«Allí impartía clase Santiago Ramón y Cajal, que era catedrático desde 1892. Se dice incluso, que había conocido al padre de Blanes Viale durante sus años como estudiante, pero es algo que no se ha podido comprobar», apunta el doctor menorquín Antoni Juanico. Sea como fuere, el joven mallorquín tardó poco en conocer al líder de la Generación de los Sabios.
Anatomía, Histología, Histoquímica y Técnica Anatómica fueron las primeras asignaturas en las que se matriculó el mallorquín. Dos de ellas –Histología y Anatomía Patológica– con Ramón y Cajal como profesor. Situación que se repetiría durante dos cursos más, mientras la relación entre maestro y alumno se estrechaba.
Las dotes de Tomás Blanes como dibujante contribuyeron al acercamiento. «En aquel momento muchos científicos eran también artistas, porque tenían que ver las preparaciones a través de microscopios muy rudimentarios y luego saber dibujarlas con la mayor exactitud posible», explica Juanico. Posiblemente aquello le abrió las puertas del laboratorio de Cajal.
El mallorquín se convirtió en su discípulo directo. «Tenía acceso directo con el catedrático», añade el médico menorquín. En aquel momento su equipo introducía en los trabajos de investigación el método de Erlich. Una técnica que permitía teñir en vivo las fibras y células del tejido nervioso, como recuerda el propio Juanico en el artículo Tomás Blanes Viale, un discípulo mallorquín de Santiago Ramón y Cajal publicado en la revista Gimbernat.
Probablemente, el científico aragonés había iniciado ya sus estudios sobre el sistema nervioso. En 1888 había descubierto la neurona como la unidad básica de la estructura del sistema nervioso. El fruto de su trabajo sería premiado en 1906 con el primer Nobel que se concedió a un español y que compartió con el italiano Camilo Golgi.
El estudiante no se limitó al dibujo, sino que también se implicó en aquellos estudios. En 1897 comenzó su andadura la Revista trimestral micrográfica, en la que se daba salida a las conclusiones extraídas en el laboratorio. Pese a que los primeros números fueron escritos sólo por Ramón y Cajal, el mallorquín se incorporó luego a la exclusiva nómina de discípulos que publicaban en ella.
En 1898 apareció su primer artículo: Sobre algunos puntos dudosos de la estructura del bulbo olfatorio. El texto, que incluía 8 grabados, se insertaba en aquella «concienzuda indagación» de dichas células que el Nobel elogiaría luego en el mallorquín. «Podemos deducir que daba carta blanca a sus alumnos para firmar, porque él mismo dirigía las investigaciones», señala Juanico.
Pero el trabajo del mallorquín presentaba, además, resultados novedosos. Su confirmación de la existencia de células nerviosas diminutas situadas dentro de los glomérulos del bulbo olfatorio –donde certificó que terminaban «por arborizaciones» las fibras nerviosas olfatorias– hizo que bautizaran a aquellas células nerviosas como células de Blanes.
No pudo investigar más. Su expediente de cuarto curso señala su falta calificaciones. En 1900 moría a causa de unas fiebres tifoideas. Su fallecimiento no pasaría desapercibido para el Nobel que, en Recuerdos de mi vida, le recordaría como aquel «alumno aventajadísimo muerto también en flor, antes del término de la carrera». «Con su muerte se perdió al que podría haber sido uno de los nombres destacados de la nueva generación de investigadores», concluye Juanico.
Baleópolis nº 141 24-01-2012
Fuentes
JUANICO, Antoni. Tomás Blanes Viale, un deixeble mallorquí de Ramón y Cajal
http://www.raco.cat/index.php/gimbernat/article/viewFile/44839/54604
RAMÓN Y CAJAL, Santiago. Recuerdos de mi vida
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