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miércoles, 11 de julio de 2012

Fernando Moragues, un espeleólogo en la sombra

Fernando Moragues
1856-1931

Tenía sólo 24 años cuando participó en su primera campaña científica. Pero desde entonces, su nombre quedaría ligado a la Historia de la espeleología en Mallorca. Entomólogo aficionado e hijo de los propietarios de las Cuevas del Drach, Fernando Moragues trascendería pronto el ámbito local para relacionarse con investigadores internacionales de la talla de Martel (ver entrada), Kobelt o Racovitza (ver entrada). Nació en Palma en 1856, hijo de José Ignacio Moragues Mata, primer inspector provincial de Baleares tras la reforma de las Escuelas Normales de 1849.

Fernando Moragues y de Manzanos sería el único de sus ocho hermanos que no seguiría la carrera militar. Pese a que su padre había llegado a ser teniente y caballero de la Real y Militar Orden de San Fernando, él optó por la vida religiosa. Cursó los estudios eclesiásticos en Palma antes de marcharse como misionero a Argentina, donde fundó una parroquia. A su regreso vivió de nuevo en Ciutat hasta trasladarse a la finca de Ses Rotetes en Manacor. Hacía 1880 fue ordenado sacerdote, el mismo año en que se pondría por primera vez de manifiesto el interés científico que sí había heredado de su progenitor.

José Ignacio Moragues se había formado en matemáticas y geografía entre otras materias. Fernando, sin embargo, destacaría como entomólogo aficionado y autodidacta. En parte porquesu progenitor le había inculcado la pasión por coleccionar escarabajos y demás insectos, pero también porque su familia era propietaria de las Cuevas del Drach. Las mismas a las que llegó el alemán Friedrich Will (ver entrada) en ese 1880.

jueves, 5 de abril de 2012

Joan Pons Moyà, el rastreador del Myotragus

Joan Pons Moyà
1955-2003

La inmersión de Joan Pons en la ciencia fue un proceso tan cuidadoso y escalonado como adentrarse en una cueva. Primero fue la espeleología; después, la fauna. Por un lado la cavernícola, que recolectó para otros investigadores. Por otro, los restos fósiles de especies endémicas con los que reconstruyó la evolución del Myotragus. Una carrera brillante que acabaría con el hallazgo del resto humano más antiguo de la Península Ibérica.

Nació en Palma en 1955 y sus inquietudes naturalísticas comenzaron muy pronto. Era sólo un adolescente cuando, a través de la Societat d’Història Natural de Balears, conoció al paleontólogo Juan Cuerda (ver entrada). Las excursiones que realizaron juntos en un Seat 600 le acercaron a la malacología marina y a los estudios del Cuaternario. Sin embargo, su adhesión al Grup Espeleològic Mallorquí reorientarían su interés hacia las cavidades.

Desde aquel grupo, Joan Pons formó parte de una generación pionera que emprendió la catalogación y topografía sistemática de las cuevas de Baleares. La bioespeleología fue, entonces, un paso casi natural desde el que recolectó algunas especies cavernícolas como el escarabajo Reicheia balearica que describiría el mismísimo Francesc Español (ver entrada).

domingo, 29 de mayo de 2011

Emil Racovitza: el viaje a la cueva del dragón ciego

Emil Racovitza
1868-1947

Desde que el hombre salió de las cavernas las leyendas consiguieron convertir esos espacios en morada de gigantes y monstruos. El solo nombre de las cuevas del Drach amenazaba con descubrir en su interior un horrible dragón de dos cabezas. Sin embargo, el primer animal que se encontró fue un pequeño crustáceo ciego y transparente. Una fiera insignificante descubierta por Emil Racovitza que dio origen a la bioespeleología moderna.

Convertidas en lugar de obligada peregrinación turística, las cuevas del Drach ya se visitaban desde el siglo XIX. Sin embargo ningún científico había entrado en sus cavidades para investigar más allá de las estalactitas con forma de palmera. Nadie desafió el misterio de las cavernas hasta que llegó Emil Racovitza.

«En aquella época los laboratorios oceanográficos de Europa estaban en contacto. El de Baleares invitó a Racovitza a hacer una visita a Mallorca en julio de 1904», explica el profesor asociado de Ciencias de la Tierra de la UIB y colaborador del Museo Balear de Ciencias Naturales, Ángel Ginés. Fue el propio Odón de Buen (ver entrada) –responsable del laboratorio balear– quien llevó a Racovitza a las Cuevas del Drach en una de sus excursiones. La trayectoria del científico rumano era ya abrumadora: doctorado en Ciencias en París había participado en la expedición oceanográfica Bélgica al Antártico.


jueves, 10 de febrero de 2011

Jaume Damians: El 'hacker' de la espeleología

Jaume Damians
1960-2008

La espeleología era sólo una afición. Y no únicamente para Jaume Damians, que pasó su vida profesional ligado a la informática. El propio Speleo Club Mallorca no tenía en su origen más objetivo que las salidas deportivas. Sus posibilidades en relación con la arqueología y la biología dieron un giro de 180 gados. Y Damians se convirtió en impulsor de campañas como Minor 87 y pionero en el estudio del medio subterráneo superficial.

Édouard A. Martel (ver entrada) y Emil Racovitza (ver entrada) eran nombres conocidos en Mallorca. Pero sus experiencias, a veces más cercanas a la mitología que a la ciencia, quedaban ya muy lejos en el tiempo. «En los años 50 del siglo XX un nuevo grupo liderado por catalanes, como Josep Maria Palou, recuperó el interés por el estudio de las cuevas. Un movimiento que coincidió con la fundación de la Societat d’Història Natural», recuerda el profesor del departamento de Ciències de la Terra de la UIB, Guillem X. Pons.

Pese a reactivar la investigación de las cavidades, el movimiento volvió a extinguirse. Así que cuando Jaume Damians comenzó a interesarse por las grutas, se limitó a las excursiones deportivas. Nacido en 1960, se vinculó de manera oficial a la espeleología en 1977 al adherirse al Speleo Club Mallorca y, dos años más tarde, al Grupo Espeleológico EST de Palma.

Su profesión era la informática, pero el mallorquín dedicaba cada vez más tiempo a las salidas montañeras. Una formación autodidacta que le convirtió, a finales de los 70, en uno de los impulsores de técnicas como la de sols corda. «Un método seguro que, por la falta de fijadores o anclajes, permitía más autonomía en el acceso», explica Pons.

Fue, tal vez, el principio de la revolución. El sols corda facilitaba la exploración de ventanas laterales o cavidades más inaccesibles como el Avenc d’Escorca. Las posibilidades de la espeleología se multiplicaban y ésta se ponía, además, al servicio de la ciencia.

La primera faceta en desarrollarse fue la arqueológica. Una vertiente en la que Damians se inició de la mano de compañeros como Miquel Trías. Las excursiones se convirtieron entonces en campañas para la detección y exploración de yacimientos.

La topografía llegó justo después. En aquel mismo 1979, el mallorquín se incorporó a la junta directiva de la Federación Balear de Espeleología como coordinador del Catàleg de cavitats. «Ya existía un archivo muy primario de planimetrías de las cuevas, pero éstas aumentaron con la creación de la revista Endins que ayudó a difundirlas», relata el profesor de la UIB. Aquel primer catálogo recogía más de 3.000 cavidades de Baleares.

DE LA ESPELEOLOGÍA A LA ZOOLOGÍA

La conexión de la espeleología con la ciencia quedaba cada vez más patente. Su responsable era una nueva generación de investigadores que promovían el estudio científico de las cuevas. Una nueva ola en la que –junto a Damians– se encontraban Jaume Coll, Xavier Bellés, Joan Pons Moyà (ver entrada) o Ángel Ginés.

Muchos eran autodidactas; otros estaban relacionados con los estudios universitarios de ciencias naturales. Una vinculación que facilitó su promoción pero que, dada su condición de estudiantes, impedía que se tratara de campañas oficiales.

En los 80 la espeleología se aunó con la biología para el estudio de la fauna cavernícola. El mallorquín estudió la biogeografía y la taxonomía de arañas, coleópteros, moluscos terrestres, etc.

Firme impulsor de la bioespeleología, Damians promovió campañas de exploración como la Minor 87 en Menorca, la primera realizada en las Islas por investigadores baleares. «La fauna cavernícola tenía aquí un doble aislamiento: el de la cueva y el de la isla. El número de endemismos podía rozar el 70%», apunta Pons.

El informático dio incluso un paso más como pionero en el estudio de los organismos del medio subterráneo superficial. «Fue una vertiente puesta de moda por los franceses y que constataba que la fauna cavernícola vivía también en el espacio superior de las cuevas, entre la superficie y las grietas conectadas o no con la cavidad».

Sus logros siguieron en los 90 cuando ingresó en la junta directiva de la Societat d’Història Natural de Baleares en 1994. Además de la práctica, revisó todo el conocimiento histórico de la espeleología en Mallorca en el número especial de Endins coincidiendo con su vigésimo aniversario. Sin embargo, Jaume Damians acabó por transformarse en un hombre de la cultura. Fundador de la compañía L’Ombra del Cranc, regidor de Iguana Teatre y vinculado a la Fundació Teatre del Mar, falleció en Palma en 2008. El mundo del teatro lamentó su pérdida. El de la ciencia, se alegró de conservar el legado teórico de su trabajo.

Baleópolis nº 94 -25/01/2011

Fuente y origen fotos:

http://www.raco.cat/index.php/Endins/issue/view/8513
http://www.raco.cat/index.php/BolletiSHNBalears/issue/viw/13685
http://www.raco.cat/index.php/Endins/article/view/138424/189376

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