Josep Truyol
1868-1949
Salvo menciones concretas, nadie recuerda en Mallorca la historia de nuestro primer cineasta. Antes que Rafa Cortés, Toni Aloy o Agustí Villaronga hubo un palmesano que se convirtió en un auténtico ilusionista de la imagen. Un hombre que transformó su frustración como exhibidor en la musa de sus propias películas.
«Para retratos buenos y baratos, vaya a Truyol que los hace artísticos y con la cara alegre». Así anunciaba Josep Truyol su estudio de la calle Conquistador. Barcelona le acercó profesionalmente a la fotografía con su imparable curiosidad por las innovaciones técnicas. En su local creado hacia 1887 se convirtió en uno de los fotógrafos más conocidos de Palma y en el retratista de los acontecimientos históricos y sociales que se produjeron en la Isla.
Su interés por los avances técnicos le llevó junto al apotecario solleric Jaume Torrents a la Exposición Internacional de París en 1900. Allí descubrió el cine y decidió abrir un cinematógrafo a su regreso a la Isla. "El paso de la fotografía al cine era muy sencillo porque los lazos son muy fuertes. En Mallorca ya había habido proyecciones pero las que Truyol vio en París debieron de ser mucho más espectaculares", explica la licenciada en Historia del Arte y profesora asociada de la UIB, Catalina Aguiló.