1917-1980
Su llegada a México tenía detrás el drama de un exilio político y por delante, una brillante carrera como antropólogo. El nombre de Ángel Palerm es hoy prácticamente desconocido en su Ibiza natal, pero la Historia le dibuja como un maestro en el conocimiento de Mesoamérica y un académico –con una cátedra con su nombre en España– que llevó sus teorías a algunas de las principales universidades de Estados Unidos.
Nació en Ibiza en 1917 y allí viviría hasta que en 1936 dio el salto a Barcelona. Pese a ser un gran activista político, poco o nada intuía Ángel Palerm del estallido de la guerra que le pilló ya matriculado de Historia en la Universidad de la Ciudad Condal. Pronto se unió al ejército republicano para combatir en el frente. Tres años después, con la derrota, fue uno de los últimos en cruzar la frontera hacia Francia.
Su exilio comenzó con su confinamiento en un campo de concentración hasta que en agosto de aquel mismo año llegó a México. Allí pasó algún tiempo hasta que en 1945 decidió retomar su formación. Primero en la Universidad Nacional Autónoma y después en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Su tesis Las bases agrícolas de la civilización urbana en Mesoamérica le permitió obtener el doctorado en Ciencias antropológicas.
Autores como Foster, Carrasco o Armillas influirían en los inicios de su carrera. Pero sería de Isabel Kelly de quien aprendería, según él mismo, «el rigor de la metodología y la reflexión analítica». Desde finales de los años 40, Palerm se centró en la antropología y orientó sus estudios a su propio entorno para dedicarse a los orígenes prehispánicos de Mesoamérica. Un interés que ya había avanzado con su tesina y que se mantendría durante toda su trayectoria.