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domingo, 6 de octubre de 2013

El anónimo Hermano Bianor

Hermano Bianor
1859-1920

Tardó años en salir del anonimato científico. No sólo porque no buscara la fama, sino porque la cantidad de autores que le habían precedido le hacían pensar que no podría aportar nada nuevo. No en vano, el Hermano Bianor entendía la botánica como parte de su apostolado. Sin embargo, sus recolecciones y herbarios supusieron mucho más de lo que nunca imaginó.

Llegó a Mallorca buscando refugio. Era 1904 y la persecución religiosa de la Ley Combes le obligó a abandonar su Francia natal. Allí había sentido la llamada de Dios y, después de acabar su formación religiosa, inició su carrera como docente. Impartió clases en Versalles e incluso en Argelia. Ya en la Isla, fundó el colegio de Santa Maria en Sóller y se incorporó a La Salle en las escuelas de Palma y Pont d’Inca.

Para entonces Marie Emile Fricquegnon ya era conocido sencillamente como el Hermano Bianor. Sus primeros días en la Serra sirvieron para reavivar su interés por el estudio de las plantas. Paseaba armado de un azadón, un saco negro y carpetas para herborizar. Para el religioso, su dedicación a la botánica tenía un significado mayor. Era parte de su apostolado. La grandeza de Dios se plasmaba en la riqueza vegetal que le rodeaba.


Ya en 1879 aquella afición le había valido el Premio de Londres por una colección recolectada. Y quizá fue aquel primer reconocimiento el que hizo que en 1909 decidiera hacer un herbario solleric. «La botánica era una práctica de conocimiento obligado, y todos los colegios con un cierto prestigio tenían un pequeño museo de ciencias naturales y un herbario», explica el director del Jardín Botánico de Sóller, Josep Lluís Gradaille.

Sólo un año después, el Hermano Bianor recogía un nuevo galardón del certamen de productos de Baleares. Pero aún recibiría otro premio, el que le otorgó la ciencia bautizando en su honor una de las plantas que había descubierto en Mallorca: la Aristolochia bianorii. Aquellos elogios le animaron a ampliar sus horizontes: esta vez haría un herbario de toda la Isla.

«Fue su principal contribución. Esta colección da una información privilegiada. Sabemos cuándo y dónde recogió cada planta, si tenían frutos o flores. Datos que ahora permiten hacer una evolución histórica», señala Gradaille. El Jardín Botánico de Sóller custodia hoy uno de los tres herbarios que confeccionó para los centros de La Salle.

Fue otro religioso, el padre Sennen, quien incitó al francés a dar un nuevo paso: un catálogo actualizado de la Flora de Mallorca. Pero Bianor se aferraba a su anonimato de docente y recolector. Hasta julio de 1912. Su encuentro con el botánico estadounidense Herman Knoche (ver entrada) le sacó de su aislamiento para darle la oportunidad de compartir sus conocimientos.

Sin embargo se resistía a pasar a la teoría. Pensaba en todos los botánicos que le habían precedido y sentía que no podía aportar nada nuevo. Después, se excusó con que comunicaba todos sus descubrimientos a Knoche para que los incorporara a su anunciada Flora de las Islas Baleares. Hasta el propio Sennen describió en muchas ocasiones los ejemplares que le enviaba.

Jardín Botánico de Sóller
Tras un paréntesis de dos años en Francia, su regreso marcó el inicio de una nueva etapa. En 1917 publicaba el artículo Plantes de Mallorca, donde recogía 127 especies no incluidas en la Flora de Barceló i Combis (ver entrada), además de otras 16 encontradas únicamente en Menorca e Ibiza. Fue el célebre Font i Quer quien le había invitado a herborizar Menorca sólo un año antes. Allí contó con la ayuda del farmacéutico y meteorólogo Maurici Hernández Ponsetí (ver entrada).

La faceta teórica de Bianor continuó creciendo, y en 1918 editó Les families végétales dans les Baléares. Un conjunto de «claves dicotómicas» que, a través de 12 pasos, permitían que cualquier alumno pudiera reconocer una planta. Un instrumento de gran valor pedagógico. «Él nunca fue un científico, pero sí un excelente divulgador», sostiene el director.


En sus últimos años de vida, el francés preparaba su obra magna. Según explican Sebastián Rubí y T. Malagarriga en H. Bianor, educador y botánico, se trataba de una nueva colección de plantas. Cuando enfermó de gravedad, llevaba ya mil páginas. Pero, al padecer tuberculosis, las precauciones que imponía la Sanidad Pública llevaron a quemar sus pertenencias. Incluidos todos sus nuevos pliegos.


Baleópolis nº200    30-04-2013


Fuentes

RUBÍ, Sebastián et MALAGARRIGA, T., H. Bianor: educador y botánico

(1969) Cincuentenario del Hermano Bianor.

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