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domingo, 22 de enero de 2012

Andrés Hernández, el farmacéutico de la Armada


Andrés Hernández
1744-1817

Su farmacia era reconocida en todo Mahón. Sus fondos de tinturas, ungüentos y jarabes la convirtieron en proveedora del resto de oficinas de la ciudad. Una fama a la que Andrés Hernández sumaba su pertenencia al Colegio de Boticarios de Madrid así como el cargo de corresponsal del Real Jardín Botánico. Dos bazas que utilizó en una competición en la que se enfrascó por abastecer de medicinas al hospital naval.

Nació en Mahón en 1744 y allí pasó toda su vida. Estudió gramática latina y Farmacia, rama sobre la que construiría su trayectoria profesional. Sus dotes le convirtieron en docente en la materia y en socio del Colegio de Boticarios de Madrid en 1784. Apenas cinco años antes de que la capital menorquina le nombrara examinador apotecario.

Había instalado farmacia en Mahón y su oficina, repleta de bálsamos, emplastos y jarabes, podía presumir de abastecer al resto de boticas de la ciudad. Él era un rico hacendado que gozaba de tanto prestigio como su tienda, pero para entonces ya se había enfrascado en una guerra farmacéutica. El Tratado de Versalles de 1783 había devuelto Menorca a la Corona española y, con ella, los barcos de su flota al puerto mahonés. Un retorno que inició una competición por abastecer de medicinas a los buques.

Andrés Hernández y Bartolomé Mercadal encabezaban la competición. «Descendientes de los antiguos apotecari menestrales a quienes siglos antes tributara Jaime III un merecido reconocimiento por su probada eficacia y lealtad», recuerda el historiador Manuel Martínez Cerro en Aprovisionamiento de medicamentos a los navíos de la Real Armada.

Si el primero gozaba de mayor prestigio, el segundo fue mejor estratega. Poco después del inicio de la soberanía española, conseguía la exclusiva de aprovisionamiento de las naves y el título de Inspector de Medicinas, con el que controlaba las sustancias medicamentosas que llegaban a los buques del hospital de la Isla del Rey.

Hernández reclamó pronto su parte en el reparto. Sus argumentos eran sus propios títulos: era el único facultativo de Menorca aprobado por el Real Protomedicato y ostentaba el puesto de socio del Real Colegio de Boticarios de Madrid. A eso sumaba los informes a su favor del teniente general Antonio Barceló, y la promesa de un descuento del 67% en las tarifas señaladas en el arancel.

Por su parte, Mercadal tiró de currículum. «Recuerda que surtió de medicamentos a los enfermos del hospital, tanto de Marina como del Ejército», señala Martínez Cerro. Un repaso al que añadió cartas de recomendación y mayores descuentos.

Pero en 1786 se acabó, de repente y en tablas, la competición. El Hospital de la Isla del Rey cambió su sistema y pasó a ser abastecido por proveedores contratados. La flota se surtía con medicamentos del propio hospital y desapareció, con ello, la posibilidad de negocio de las boticas privadas. Su enfrentamiento pareció alejarse de lo oficial pero continuó para la Historia. Mientras Mercadal conseguía el puesto de inspeccionador de medicinas, sin gratificación alguna hasta 1792, Hernández tomaría luego el relevo. Para los historiadores de la Isla del Rey, sería en 1795 cuando se le encomendó la inspección de los medicamentos que llegaban a los buques de la Armada. Con su botica aún en Mahón, Andrés Hernández diversificó su carrera. Se interesó por la física y dejó inédito el trabajo Espíritus ácidos minerales dulcificados. Igual que ocurriría con la Flora menorquina que elaboraría durante toda su vida.

Corresponsal del Real Jardín Botánico, creó un pequeño jardín en Menorca que en 1816, un año antes de su muerte, contaba ya con 600 especies. A su herborización le seguiría, tras su fallecimiento, la del propio Cambèssedes. Años más tarde, el botánico Joan Joaquim Rodríguez Femenías (ver entrada) se lamentaba de que no quedara ni rastro de él.

A su hijo, Rafael Hernández, le correspondió recoger los frutos de los cimientos de su padre. No sólo los de la Sociedad de la Cultura que había establecido en 1778 con Ramis i Ramis o Joan Soler. También los de una Flora que aumentó y que publicó póstuma en 1886.


Baleópolis nº122  13-09-2011


Fuentes

MARTÍNEZ CERRO, Manuel. Aprovisionamiento de medicamentos a los navíos de la Real Armada (siglo XVIII)
http://www.portalcultura.mde.es/Galerias/revistas/ficheros/RHN_037.pdf

VIDAL HERNÁNDEZ, Josep Miquel. Un apotecari menorquí il·lustrat (1744-1817)
http://www.raco.cat/index.php/gimbernat/article/viewFile/44827/54592

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