Joaquín Ximénez de Embún
1913-1963
Ximénez de Embún era casi un recién licenciado cuando llegó a Baleares en 1941. Sus tres destinos anteriores –Valencia, Ciudad Real y Jaén– apenas hacían presagiar que aquel joven ingeniero de montes se convertiría en un revolucionario capaz de repoblar las dunas de Formentera y de proponer la creación del primer Parque Natural de las Islas.
La herencia familiar llevó a Joaquín Ximénez de Embún a estudiar ingeniería de montes. Hijo del que fuera presidente del Consejo Superior de Montes, nació en Zaragoza en 1913. Cuando llegó a Baleares en 1941 hacía sólo dos años que se había graduado como ingeniero. Pese a no ser su primer destino, pasaría nueve años en el archipiélago, el periodo más largo de su carrera.
El panorama de los bosques españoles durante la posguerra era un tanto ambiguo. Mientras la Administración Forestal cumplía casi un siglo, los recursos madereros de leña y carbón se transformaban en estratégicos en un periodo de gran escasez. «Los ingenieros forestales se convirtieron entonces en precursores del desarrollo sostenible. Fueron los encargados de gestionar el patrimonio y de velar por el aprovechamiento de las talas según criterios que garantizaran su regeneración», explica el ingeniero técnico forestal, Francisco Grimalt.
Pese a que Baleares era una superficie muy pequeña, las Islas habían conseguido por fin su independencia de Cataluña y Valencia como distrito forestal. «A Ximénez de Embún le tocó entonces descentralizar un interés que prácticamente se limitaba a Mallorca», relata Grimalt. Responsable del distrito balear, destinó una decena de guardas forestales a todo el archipiélago.
En 1944 el Proyecto de corrección de las dunas de la isla de Formentera supuso su primera iniciativa revolucionaria. En el documento original, el zaragozano aseguraba haber recibido noticias de «la existencia de dunas que ocasionaban constantes daños en los cultivos allí radicantes». Una zona situada en Migjorn y Es Caló y cuya situación había cobrado mayor importancia «debido a su declaración como zona de guerra y de instalación de diversas bases militares».
El estudio de Ximénez de Embún comprendía poco más de 400 hectáreas en estado «arenoso a restaurar» a causa, según decía, del pastoreo de cabras y ovejas. «Su plan comprendía no sólo la fijación de las dunas sino la creación de un ecosistema ya que la recuperación del suelo permitiría también la de la flora y fauna», explica Grimalt. El Estado tardó más de un año en aprobar la partida de 130.000 pesetas destinada al proyecto.
El estudio de Ximénez de Embún comprendía poco más de 400 hectáreas en estado «arenoso a restaurar» a causa, según decía, del pastoreo de cabras y ovejas. «Su plan comprendía no sólo la fijación de las dunas sino la creación de un ecosistema ya que la recuperación del suelo permitiría también la de la flora y fauna», explica Grimalt. El Estado tardó más de un año en aprobar la partida de 130.000 pesetas destinada al proyecto.
Repoblación de Formentera. Conselleria de Medi Ambient |
En un vivero portátil en Sant Carles se produjeron los más de 200.000 pinos que, junto al carrizo, planeaba plantar el ingeniero. Las obras comenzaron en 1947 y, pese a que buena parte de los pinares que hoy existen al pie de La Mola provienen de aquella iniciativa, el plan acabó por fracasar. A los conflictos entre la Administración y los propietarios privados de la zona, se sumaron después las adversidades meteorológicas y la aparición del turismo.
Tal vez fue allí, ante la incipiente llegada de visitantes de todo el mundo, donde Ximénez de Embún fraguó su nuevo proyecto. Para entonces ya había intentado ocuparse de Cabrera –un esfuerzo en vano ya que era zona militar– y había coordinado la repoblación de La Victòria (Alcúdia) dentro del Plan de Repoblación Forestal de España que el franquismo había heredado de la República. El turismo se convirtió en su nuevo frente.
Tal vez fue allí, ante la incipiente llegada de visitantes de todo el mundo, donde Ximénez de Embún fraguó su nuevo proyecto. Para entonces ya había intentado ocuparse de Cabrera –un esfuerzo en vano ya que era zona militar– y había coordinado la repoblación de La Victòria (Alcúdia) dentro del Plan de Repoblación Forestal de España que el franquismo había heredado de la República. El turismo se convirtió en su nuevo frente.
Unos documentos hallados en la finca de Menut hace varias décadas, y revisados por el biólogo Joan Mayol, desvelaron la otra gran iniciativa del aragonés: el Proyecto de declaración de Sitio de Interés Nacional de Miramar en la zona costera Valldemossa-Deià. Un área de más de 2.300 hectáreas que propuso proteger con un aprovechamiento forestal basado en «criterios estéticos». «Su propuesta fue muy innovadora. Hay que tener en cuenta que Covadonga (Asturias) fue el primer espacio protegido de España en 1916. En Baleares no llegó hasta los 80 con la Albufera», señala Francisco Grimalt. Para apaciguar el enfrentamiento con los propietarios de fincas de la zona, Ximénez de Embún propuso que el Estado pagara la diferencia entre lo que ellos querían talar y lo que se les debía permitir.
Amparado de nuevo en el aprovechamiento sostenible, quiso limitar la tala en pos de conservar un paraje de atractivo turístico. Pese a la oposición inicial del Ministerio de Agricultura, la Dirección General de Turismo –que abogaba también por la protección de Formentor– y la Dirección General de Montes dieron su aprobación. En 1948 se envió a los ayuntamientos de Valldemossa y Deià el proyecto de declaración que incluía las fincas que pasarían a ser de Utilidad Pública.
De nuevo, la presión de los propietarios privados –que aseguraron que aquellas fincas eran su único sustento– hizo que los consistorios se opusieran al plan hasta que éste fue abandonado. En 1950, Ximénez de Embún abandonaba Baleares. Moriría trece años después, de un infarto en pleno acto de servicio, durante una campaña en los montes segovianos de Ayllón.
Baleópolis nº115 21-06-2011
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