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sábado, 19 de marzo de 2011

Margaret Murray y el jeroglífico de las taulas

Margaret Murray
1863-1963


Cuando Margaret Murray llegó a Trepucó el recinto se le antojó como una mina arqueológica a cielo abierto. Una enciclopedia histórica más famosa entre los cazadores de tesoros que entre los científicos. Su llegada, después de años de ardua lucha, rompió con ese currículum de saqueadores para dar paso a la arqueología y a descifrar el secreto de las taulas.


Todo parecía dispuesto en la vida de Margaret Murray para que su nombre nunca pasara a la posteridad de no ser por su tenacidad. Su madre, Margaret Carr, se había marchado a la India como misionera para luchar contra la miseria. Allí, en Calcuta, nació ella. Y era apenas una adolescente cuando entró como enfermero en el Hospital General de la ciudad.

El conservadurismo de aquella sociedad victoriana y el de su propio padre, un rico comerciante inglés, relegaban sus responsabilidades a las de madre y esposa como había ocurrido con su hermana. Fue en casa de ésta en la ciudad de Madrás cuando una noticia cambiaría su vida. Corría 1893 y The Times anunciaba que el prestigioso W.M. Flinders Petrie iba a impartir clases de escritura jeroglífica en Londres.

Su padre había fallecido hacía dos años y Margaret –pese a que ya rondaba los 30– decidió iniciar los estudios universitarios que siempre le habían sido negados. Viajó a Londres y se convirtió en la primera mujer egiptóloga especializada, además, en escritura jeroglífica. El propio Petrie la convirtió en profesora asistente del University College y en su ayudante, un puesto con el que participó en sus primeras campañas arqueológicas.

El estallido de la Primera Guerra Mundial le supuso un nuevo mazazo de inactividad. La situación hacía imposible que pudiera acompañar a Petrie, y Murray se refugió en la teoría. Estudió la antropología de la brujería en Europa y publicó su obra más conocida y controverstida: The Witch Culture in Western Europe (1921).

Su sueño seguía siendo regresar a las excavaciones, algo que llegó en los años 20 con su viaje a Malta pero que se intensificaría una década después. En 1931 Louis Clark –por entonces director del Museo de Arqueología y Etnología de Cambridge– le sugirió ir a Menorca e investigar los monumentos megalíticos. En 1932, con el patrocinio de Cambridge y todo un equipo de científicos, llegaba a la isla.

"En aquel momento el difusionismo era la teoría más extendida en arqueología. Cualquier cultura se explicaba por su derivación necesaria de Grecia, Egipto o el Próximo Oriente. De ahí el empeño de Murray en asimilar los restos arqueológicos de Menorca a los de Malta, Cerdeña o Egipto", explica la arqueóloga de Patrimoni Arqueològic i Cultural SL, Elena Sintes.

Trepucó y Sa Torreta se convirtieron en los principales objetivos de la expedición. En contra de lo que algunos creen, Murray no fue la descubridora de Trepucó, cuyo recinto encontró profanado por estar en medio del campo. Sí fue, en cambio, la primera en realizar una excavación científica y no una "recolección de piezas", como apunta Sintes.

Cambridge Excavations in Minorca: Trepucó, part I y part II (1932 y 1938) y Cambridge Excavations in Minorca: Sa Torreta (1934) resumieron los frutos de su trabajo. Diarios de excavaciones con fotografías, dibujos y anotaciones. Entre los hallazgos descritos, el de un cráneo humano en Sa Torreta que había sido trepanado. Los anatómicos ingleses señalaron que era el ejemplar más primitivo conocido con esta operación.

"Murray fue la primera en entender las taulas como elemento de culto negando que fueran altares de sacrificio. Su altura lo impedía y aseguraba que de haber habido cuerdas o escaleras, habrían quedado señales", afirma Sintes. Sin embargo la teoría de la británica se refería sólo a la piedra superior. Pasarían algunas décadas hasta que Mascaró Pasarius se refiriera a la T completa, "la esquematización de la cabeza de un toro".

Pese a los tres años de campaña, algunas habitaciones del poblado quedaron sin excavar. Otras, sin embargo, fueron modificadas. "Restauraron algunas partes pero las técnicas no eran las actuales. Construyeron un gran muro que cerraba el espacio que ellos llamaron galería. Pensaron que todos los muros eran gruesos y añadieron capas", relata la arqueóloga menorquina. Un artificio que en la actualidad se intenta devolver a su origen.

Cuando en 1935 dejó Menorca sus nuevos destinos fueron Petra y Tell el-Ajjul. La Segunda Guerra Mundial volvió a suponer un parón en su carrera que desapareció con el conflicto. En 1949, ya octogenaria, regresó a Menorca con la nostalgia de los buenos tiempos.

El Ateneo de Mahón la nombró Socia de Honor y ella pronunció su conferencia Importantes puntos de la arqueología de Menorca. Faltaban aún catorce años para que resumiera su siglo de vida en My first hundred years. El University College de Londres le organizaba un homenaje y ella fallecía apenas unos meses después con los sueños y los años ya cumplidos.

Baleópolis nº 57     06-04-2010

Fuentes

MURRAY, Margaret. My first hundred years.

MURRAY, Margaret. Importantes puntos de la arqueología de Menorca

ARISTOY SANTOS, Francisco. Pequeñas notas para la historia. Necrológica de Margaret Murray

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