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sábado, 19 de marzo de 2011

Fernando Weyler Laviña: el atlas médico

Fernando Weyler Laviña
1808-1879

Habían pasado sólo unos meses desde que el Cuerpo de Sanidad Militar encargara la redacción de topografías médicas en sus territorios, cuando se suspendió la orden. Fernando Weyler Laviña no daba crédito. Era su segundo intento, tras uno frustrado, de elaborar un atlas científico de Baleares centrado en Mallorca. Sólo Menorca contaba con precedentes dignos de mención. El empeño pudo al levantamiento de la orden y en 1854 publicó, por fin, su estudio médico.

Cuando Fernando Weyler nació, en el Madrid de 1808, su padre –coronel– aún luchaba contra las tropas napoleónicas. Sería el mismo por el que la familia se trasladaría a Barcelona donde el madrileño pudo ingresar en el Colegio de Cirugía y formarse, además, en botánica. Tras licenciarse en 1829, se marchó a París para ampliar su formación en los grandes hospitales.

A su vuelta a España, Weyler inició su carrera médica. Primero fue destinado a Filipinas como cirujano del ejército. Al regresar, trabajó en Barcelona y Granada antes de llegar a Mallorca. Sólo la guerra de África de 1859 le obligó a marcharse de nuevo antes de instalarse definitivamente en Palma para ejercer en el Hospital Militar.

Sus primeras publicaciones habían desarrollado aquella faceta botánica que mantuvo paralela a su formación. Desde los Elementos de la botánica anatómica (1843) a la traducción de los estudios de Cambessèdes en Baleares que hoy aún permanece inédita.



Sin embargo, algo había cambiado en África con la publicación de Apuntes topográficos del imperio marroquí. La Ilustración –con la salud de la población como uno de sus pilares– había desarrollado en España el afán por las topografías médicas. Hipócrates había sido, en realidad, el primero en apuntar la necesidad de que los doctores manejaran no sólo conocimientos médicos sino también los del territorio en el que trabajaran. En Mallorca la Academia Médico Práctica incluyó en sus estatutos la redacción de estas topografías, pero el proyecto apenas se concretó en un puñado de estudios demasiado locales. Las de Cleghorn (ver entrada) y Armstrong (ver entrada), realizadas en Menorca un siglo antes, seguían siendo ejemplares.

No se sabe cuándo fue que Fernando Weyler quiso desarrollar en las Islas aquellos estudios que había iniciado en Marruecos. En 1851 el Director General del Cuerpo de Sanidad Militar encargaba a sus jefes de distrito la elaboración de topografías médicas de sus territorios. Para el madrileño, que ya había afrontado un primer intento voluntario, la orden fue el impulso definitivo. 

A Weyler no le importó siquiera que el Cuerpo suspendiera después su encargo. Su trabajo estaba ya tan avanzado que continuó hasta finalizarlo. En 1854 la Topografía físico-médica de las Islas Baleares y en particular de Mallorca se materializaba en la imprenta de Pedro José Gelabert. Más de 300 páginas que analizaban la geografía, la botánica, la zoología, la meteorología y la medicina de Mallorca, Menorca e Ibiza.

El científico utilizó los trabajos de Tofiño, Paul Bouvy y De la Marmora (ver entrada) para tratar la geografía y la geología de Mallorca. Los de Cambessèdes y su propia formación le sirvieron para la botánica. El apartado de la zoología carecía –como apunta Francesc Bujosa Homar en el estudio preliminar a la reedición del volumen en 1992– «de gran nivel», y la falta de estudios meteorológicos previos, le obligó a armarse con un termómetro y un barómetro.

La sección sobre la medicina en Mallorca es mucho más extensa. El madrileño recoge las instituciones sanitarias, las medidas de higiene y salubridad existentes, un análisis de fuentes, cementerios y mataderos así como un repaso a los médicos históricos y las epidemias.

Lejos del descubrimiento de las causas microbianas de muchas enfermedades, Bujosa Homar recuerda que Weyler se centra en la teoría de los miasmas –muy extendida en la época– como causantes de muchas dolencias. Si éstas eran más propias del campo, el médico sostenía que las ciudades eran más proclives a la tisis, las neuralgias y los aneurismas.

La Topografía físico-médica recoge también algunas de las afecciones más frecuentes en Mallorca –hernias, infecciones oculares o de piel, entre otras– y ofrece estadísticas sobre las enfermedades psiquiátricas del Hospital General. En su análisis de Menorca –mucho menos extenso–, su visión sobre los aspectos higiénicos es «mucho más optimista» e incluye una amplia descripción del Lazareto de Mahón. La información sobre Ibiza –basada en noticias de Roque Planells– es mucho más escueta y menos sólida.

¿Qué pasó con la obra tras su publicación? Bujosa Homar duda de la suerte que pudo correr fuera de la Isla mientras que apunta que, como en una actitud incoherente, la obra fue «más utilizada que citada» en Mallorca.

Consciente o no de ello, el madrileño vio crecer su presencia en la vida pública como con la creación en 1862 del Ateneo de Baleares. Cuando murió en 1879, habían pasado sólo unos meses desde que fuera elegido presidente de la Academia de Medicina de Palma. Había conseguido, cuanto menos, su reconocimiento profesional.

Fuente

'Topografía físico-médica de las Islas Baleares y en particular de Mallorca', reeditada por El Tall en 1992 con estudio introductorio de Francesc Bujosa Homar

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