Bartolomé Catany
s.XIV-1462
No pasó un año desde la conquista de Jaime I hasta que Mallorca contó con su primer hospital. A aquel de Santa Eulalia –fundado por Nuño Sanç– le siguió una proliferación que acabó con siete hospitales en el siglo XV. El de San Lázaro, para leprosos; el de Santa Catalina, para marineros pobres; y el de Rossos, para los niños huérfanos. Una situación insostenible que llevó al Gran i General Consell a decidir su fusión. Una empresa en manos de Bartolomé Catany que dio como fruto la creación del Hospital General.
Nació en Felanitx a finales del siglo XIV y se convirtió en un personaje fundamental del siglo XV en Mallorca. Se formó en Teología –probablemente en Francia– e ingresó en la orden de los franciscanos. "En aquel momento mucha gente optaba por la vida religiosa para no pasar penurias, y los templos acababan por convertirse en inmorales. Catany fundó la rama de los observantes que se comprometían a llevar una vida austera como San Francisco de Asís", explica el historiador Guillem Morro autor de Bartomeu Catany, un teòleg al servei del compromís i la concòrdia.
Su faceta eclesiástica le llevó a ser reclamado por las instituciones."Ser predicador significaba no sólo un alto cargo religioso sino también político", afirma Morro. Su fama le llevó a ser llamado como intermediario en la guerra civil de Barcelona y en el levantamiento forà de Mallorca por petición expresa del Papa Pío II.
En 1456 –y después de una larga experiencia en la fundación de conventos– llegó la que sería tal vez su mayor empresa. El Consell General y los jurados de la Ciudad y el Reino propusieron la unificación de todos los hospitales en uno solo. Una tarea que encargaron a tres religiosos pero que por decisión expresa del Rey acabó por ser responsabilidad exclusiva de Bartolomé Catany. El nuevo Hospital General tomaba como ejemplo el caso de Barcelona, donde los diversos hospitales fundados entre los siglos XII y XV se unificaron en la creación del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau.
"La fusión se hizo en aras de la eficacia. Había muchos centros con apenas recursos. La creación del Hospital General permitió implantar una dotación más o menos regular", asegura Morro. En 1456 el monarca Alfonso El Magnánimo autorizaba la unificación, dos años después el Papa Calixto III expedía la bula que reafirmaba su aprobación
Pese a que no se tienen datos exactos, la construcción del Hospital General comenzó aproximadamente en 1460 sobre un terreno con más de ocho mil metros cuadrados. Un espacio cerca de la muralla, en un lugar espacioso y aireado. Toda la ciudad se volcó en su construcción. A partir de dicho año la mayoría de donaciones testamentarias incluyeron el nuevo centro. Entre sus patrocinadores estuvo el propio cartógrafo Gabriel de Vallseca.
A aquellas pequeñas infraestructuras de asistencia limitada y escasos medios técnicos les seguía una nueva clínica. Sus pacientes podían dividirse en tres bloques: los pobres, los enfermos y los niños abandonados. "En aquella época un hospital era también un centro de beneficencia. La salud del cuerpo era, además, tan importante como la del alma y el personal repartía, casi a partes iguales, medicinas y sacramentos", apunta el historiador.
Las ordenaciones del Hospital General de 1514 contenían ya el equipo de trabajadores: dos regentes, un prior y seis religiosos, un mayordomo, dos limpiadoras, una cocinera, dos enfermeros, además de un médico y un cirujano que visitaban a los enfermos dos veces al día. En la biografía de Catany escrita por Morro, apunta que la escasez de médicos en Mallorca era tal que se ofrecía la exención de impuestos a los sanitarios que vinieran a la Isla. Un privilegio en compensación a los costes de viaje y establecimiento.
La aparición del Hospital General supuso la extinción paulatina de los otros. El de Santa Catalina fue uno de los últimos ya que durante tiempo permaneció como receptor de las mercancías que llegaban por mar a la nueva clínica. "El establecimiento de un presupuesto regular permitió invertir más en la importación de especias y demás medicinas", asegura el historiador.
La muerte de Bartolomé Catany en 1462 apenas le permitió ver la construcción del nuevo hospital. Fue enterrado en el Convento de Jesús, un espacio que hoy ocupa el hospital Psiquiátrico. Cuando quince años después falleció el padre Llobet quisieron enterrarle en la misma sepultura. Sin embargo, al abrirla encontraron el cuerpo de Catany incorrupto y perfectamente conservado. Una especie de milagro científico que dio aún más repercusión a su nombre. Hoy, enterrado en la iglesia de La Sangre, es exhibido al público y venerado cada 1 de noviembre.
Fuente
MORRO, Guillem. Bartomeu Catany, un teòleg al servei del compromís i la concòrdia.
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