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viernes, 26 de agosto de 2011

Los Guasp: la dinastía de impresores

Una vieja imprenta y más de 1.500 matrices xilográficas resumen en la Cartuja de Valldemossa la historia de los Guasp. Una colección –aseguran que de las más antiguas y valiosas que existen– legado de la saga de impresores más prolífica de Europa con cinco siglos de actividad.

La familia Guasp no pudo gozar del mérito de ser impresores pioneros en Mallorca. Ese honor correspondía a Bartomeu Caldentey y Nicolás Calafat (ver entrada) que crearon la primera imprenta en Miramar hacia 1485. Su negocio, sin embargo, no vería el nuevo siglo. Una desaparición prematura que subrayaría aún más los cinco siglos en activo de la saga mallorquina.

La dinastía arranca con el matrimonio del librero Miquel Navarro y Joana Guasp quienes, ante la falta de descendencia, se hicieron cargo del sobrino de ésta, Gabriel. Poco se sabe sobre cómo ese iniciador pasó de la librería a la imprenta. Según algunos estudios, Gabriel Guasp adquirió los instrumentos y máquinas de estampar fuera de la Isla para comenzar el negocio.



Una carta solicitando a los jurados la exclusiva para editar la Doctrina cristiana del Pare Ledesma, indica que la imprenta ya estaba instalada en 1576. El local se situaba entonces cerca de la parroquia de Santa Eulalia, el barrio por excelencia de los negocios de librería. Su primera obra impresa fue Syntaxi nova etimologicae novae respondens de Antoni Bellver publicada en 1583.

La Imprenta Guasp se convirtió pronto en la más solicitada. La decadencia de la de Cansoles –su principal rival– y su prestigio le hicieron tener el favor de la Universidad y la diócesis de Mallorca. La competencia fue tal que llegó a un pleito por la impresión de tesis doctorales y de las imágenes de cofradías.

La muerte de su fundador a finales del siglo XVI no consiguió acabar con la empresa. A mediados del siglo XVII, los Guasp ya tenían tres máquinas y prensas y más de 600 moldes xilográficos, en su mayoría religiosos. El alto nivel cultural de Jaume Guasp Esplugues, nuevo propietario, la convertiría en una imprenta modélica.

El crecimiento continuó durante el resto de siglo hasta que Pedro Guasp Miquel inició la proliferación de imprentas bajo el nombre de los Guasp. Su lista de clientes incluía ya al virrey, el Real Patrimonio o la Inquisición de Mallorca. La fama de la empresa crecía por la calidad de sus folletos, calendarios y gramáticas.

A finales del siglo XVIII funcionaban varias imprentas de los Guasp. Lo que podía parecer el apogeo, sería el periodo más crítico en la historia de la saga. Los historiadores recogen que en 1807 la imprenta estaba prácticamente derruida y abandonada por la falta de infraestructuras.

La creación de una sociedad liderada por Melchor Guasp para la modernización del negocio, y la reunificación de las imprentas bajo la tutela de Felipe Guasp, iniciaron la edad de oro de la dinastía. Sita en la actual sede del Consell de Mallorca, la empresa invirtió en la compra de nuevos tipos y prensas y elevó la tipografía a arte.

La renovación convirtió a la Imprenta Guasp en una de las más importantes de su tiempo. Un dato que subrayaron incluso Melchor Gaspar de Jovellanos o el Cardenal Despuig, quienes reseñaron su importancia. La actividad editorial alcanzó cifras inéditas hasta entonces. Las trece obras que se cree que se imprimieron en el siglo XVI se convirtieron en 55 sólo en 1814.

En la primera mitad del siglo XX la imprenta se trasladó al número 8 de la calle Morey. Su gran labor tipográfica se complementó entonces con la revalorización de la riqueza artística. En 1931 la colocación de una placa en dicha fachada sería el primer homenaje a la saga mallorquina.

Los Guasp pasaron entonces de impresores en activo a artesanos centenarios dignos de tributo. En 1950 el Ayuntamiento de Palma inauguró un museo que custodió la imprenta primitiva y los tesoros xilográficos.

En 1958 la adquisición de los fondos por un coleccionista madrileño, llevó el legado de los Guasp a la capital. A finales del mismo año, Bartolomé Romaguera recuperó las piezas y éstas se expusieron durante un tiempo en el claustro de la catedral. Al Museo Municipal de Valldemossa –situado en La Cartuja– llegaron en 1960 gracias a su adquisición por parte de Ana Mª Boutroux, la misma que salvó la salida de los fondos de la farmacia cartuja.

La colección se considera hoy una de las más valiosas existentes no sólo por su cantidad sino también por la calidad del legado. Un tesoro que incluye matrices de otras imprentas que los Guasp adquirieron de otras imprentas mallorquinas. Sus más de 1.500 piezas son hoy fundamentales para componer el puzzle de la imprenta en Mallorca.

Baleópolis nº102  22-03-2011

Fuentes

SABATER, Gaspar. La imprenta y las xilografías de Los Guasp

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