Gaspar Bennazar
1869-1933
"Esta pasada noche ha reinado en la explanada de La Lonja una extraordinaria animación, una desusada forma de trabajo que congregaba a un gran número de curiosos", relataba La Almudaina. Aún no existía el NO-DO ni su característica voz en off, pero la prensa se hacía eco de las sucesivas construcciones de Gaspar Bennázar que, cual pantanos, se iban inaugurando. Había pasado apenas medio siglo, pero había transformado Palma de cabo a rabo instaurando los cimientos de la modernidad.
Nació en agosto de 1869 en la misma Palma que reconvertiría años después. Nunca fue un hombre de utopías y por eso, ya avanzada su carrera de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, se dio cuenta de las pocas salidas profesionales que un ingeniero podía tener en aquella época. El ataque de cordura llegó poco antes de 1899, el año en que finalmente se tituló en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid e ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Habían pasado sólo dos años desde su titulación cuando en 1901 obtuvo por concurso la plaza de arquitecto municipal de Palma. Un cargo que mantendría hasta su muerte en 1933. Su figura enlutada con el traje cubierto de polvo, el sombrero y los bolsillos repletos de gomas y puntas de lápiz empezó a ser habitual en los rincones más insospechados de Ciutat.
Aquel mismo año se aprobó el Proyecto de Ensanche de Palma redactado en 1897 por Bernat Calvet (ver entrada). Bennázar sería el encargado de ponerlo en práctica con total fidelidad y de dirigir la comisión especial para el derribo de las murallas que, pese a haberse iniciado un siglo atrás, entraba ahora en su fase definitiva. Un domingo de agosto de 1902 la hija del general Weyler, ayudada por el arquitecto, escenificaba la demolición de la primera piedra.
Construcción del Coliseo Balear |
Sin aquellas fronteras pétreas –hoy, las avenidas–, Palma ofrecía mil posibilidades arquitectónicas. En 1905, Gaspar Bennázar proyectó la urbanización de la Plaza de España –que aún conserva el barómetro original– y el Matadero Municipal, una obra que le valió el primer premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1906 por su racionalidad en la construcción y la carencia de ornamentación superflua. Tras la influencia de la arquitectura madrileña, el mallorquín pasó entonces a una época enmarcable en el modernismo. Se sucedieron entonces el Gran Hotel, el Bar Triquet y el Cristal, y el edificio de los almacenes El Águila. A partir de 1918 su arquitectura adquirió un carácter historicista, corriente en la que se sitúan el Cine Born o el Coliseo Balear inaugurado en 1929.
En 1910 proyectó con Guillem Reynés la urbanización del Paseo Sagrera. Faltaba sólo una semana para la Exposición Regional de Baleares y Bennázar decidió sorprender a los palmesanos. Durante la Noche de San Juan, y junto a más de 200 hombres, transformó la zona en un paseo junto al mar con farolas y bancos. El interior de Ciutat estaba aún lejos de la modernidad y en 1916 S’Arquitecte recibió el encargo de redactar el Plan General de Reforma de Palma. Su proyecto nunca llegó a realizarse, pero su planteamiento demuestra la visión de futuro de Bennázar que ya asociaba el progreso de la ciudad al impulso del turismo.
Proyectó dos vías que atravesarían la ciudad en sentido norte-sur y este-oeste para garantizar las comunicaciones, propuso ampliar el puerto y ganar terreno al mar frente a la Seu.
Comenzaba la tercera década del siglo XX y aquella Palma que Bennázar recorría no tenía nada que ver con la que se había encontrado medio siglo atrás. Su sprint fue tal que, por lo menos, le dio tiempo a ser reconocido en vida. La muerte le sorprendió en Barcelona en enero de 1933 durante su asistencia a un congreso de arquitectura. Su cuerpo fue trasladado hasta Palma a bordo del Ciudad de Barcelona. La prensa, de nuevo, volvió a hacerse eco de su historia.
Baleópolis nº 69 29-06-2010
Fuentes
VV.AA. Fills il·lustres de Palma
Ruta del modernisme a Palma
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