Gautier durante las observaciones en Mallorca |
1900. El siglo XX abre sus puertas con un eclipse total de sol que, aunque llegó a España, apenas fue visible desde Baleares. Sin embargo las predicciones astronómicas ya funcionaban, y los investigadores comenzaron la cuenta atrás para un eclipse que, un lustro después, prometía ser el centro de atención de los científicos.
«España vio la oportunidad de hacer progresar la astronomía. Entró en contacto con centros de medio mundo y se intentaron introducir nuevos estudios. El propio Observatorio del Ebro, en Tarragona, corrió para estar listo en 1905», afirma el investigador de Ciencias de la Tierra del Instituto Dom Luis de la Universidad de Lisboa, Josep Batlló.
¿Qué tenía aquel eclipse para ser tan especial? «Aquel año el Sol estaba en su máximo de actividad, algo que sólo ocurre cada once años. Por lo tanto el eclipse iba a ser mucho más visible», comienza Batlló la explicación. La zona de la totalidad comenzaba en Canadá y acababa en el desierto de Arabia. En medio, su paso por la Península Ibérica y Baleares donde coincidiría, además, con el mediodía: el mejor momento para poder verlo.
Aquellas condiciones comenzaban a situar al Mediterráneo como epicentro de la oscuridad del eclipse: su amplitud sería allí de 180 kilómetros y su duración pasaría de los tres minutos. «El clima de Mallorca fue una de las razones para decantarse por la isla porque tenía muchas posibilidades de coincidir con un día claro y despejado», añade el investigador.
La fama de la belleza de los paisajes mallorquines y las infraestructuras y comunicación de la Isla la convertían en muy atractiva para los científicos. En Italia, Francia y Reino Unido se publicaron anuncios para ver el eclipse desde Mallorca y la recomendación funcionó como efecto llamada.
La expedición del Solar Physics Committe dirigida por el Nobel, Lockyer –y con un crucero de la armada británica a su disposición– se instaló en el velódromo de Son Espanyolet. La de la British Astronomical Association, en el Gran Hotel. La expedición de los alemanes de la Carnegie Institution ocuparon la sede del Consolat.
Sólo una compañía española llegó a la Isla ya que el Gobierno decidió concentrar a sus investigadores en Burgos. «Allí no existía ningún observatorio pero la proximidad con Madrid facilitaba el transporte de instrumentos. Por otro lado, se escogió una amplia explanada más alta y con la atmósfera más limpia», explica Batlló.
¿Qué buscaban todos aquellos científicos? Los astrónomos se centraron en el estudio de la corona solar gracias a la introducción de la fotografía. En 1860 Angelo Secchi la había fotografiado por primera vez y en 1905 los aparatos sólo permitían verla en la fase total de los eclipses.
Por otro lado fue el inicio de la astrofísica. «Se descomponía con prismas la luz y se analizaba el espectro de las estrellas para determinar sus componentes químicos», completa.
Ante aquella efervescencia científica, los políticos y la sociedad no pudieron más que contagiarse. El Estado eximió de las tasas de aduana a todos los observadores. El alcalde de Palma llegó a pedir a los talleres y fábricas que no hicieran humo al día del eclipse para no entorpecer las observaciones. Y llegó el 30 de agosto.
En la calle los vendedores ambulantes agotaban las existencias de vidrios ahumados para ver el eclipse. Los dueños de casas particulares echaban cuentas de la recaudación obtenida al alquilar habitaciones a los observadores. Cuando faltaban quince minutos para el inicio, sonó una corneta.
El cielo comenzaba a oscurecerse. Antes de la totalidad, la corneta volvió a sonar acompañada del mismo «ohhh» generalizado que hoy sigue a los fuegos artificiales.
Después de los primeros quince segundos llegaron algunas nubes. A Lockyer le había dado tiempo a hacer diez fotografías.
«Fue uno de los eclipses más estudiados pero en lo científico no hubo resultados espectaculares. Se profundizó en el conocimiento de la corona solar pero no hubo nueva teorías», mantiene Batlló.
La «gran esperanza astronómica» se oscureció también tras el eclipse. «A nivel nacional se aprovechó para dotar de medios a los observatorios existentes en lugar de crear nuevos», apunta el investigador.
En Mallorca, y bajo el auspicio del Obispo Campins (ver entrada), nació el Observatorio del Seminario Conciliar, «que siempre tuvo una vida lánguida». «Fue una buena publicidad para la Isla», concluye Batlló. Demostramos, eso sí, que en infraestructuras y turismo éramos más que efectivos.
Baleópolis nº55 22-03-2010
Fuentes
AMENGUAL, A; PONS, G. X., y MARCH, J. Conferències de les Jornades de Commemoració i estudi de l'eclipsi total de sol a la Mallorca de 1905
SOLER SELVA, Vicent. L'eclipsi total de sol del 30 d'agost de 1905
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