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jueves, 26 de mayo de 2011

Marcelino Gavilán Bofill: jinete, cirujano y otorrino

Marcelino Gavilán Bofill
1889-1981

En sus más de cien años de vida, Marcelino Gavilán Bofill apuró las prácticas médicas tradicionales del siglo XIX y asistió al nacimiento de la nueva ciencia del XX. Recorrió a caballo caseríos y aldeas de Valladolid y León como médico de familia antes de convertirse en uno de los pioneros en la consagración de la otorrinolaringología.

Nació en abril de 1889 en Mahón pero cuando –acabado el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza– decidió cursar estudios superiores, abandonó su Menorca natal para no volver. Valladolid, donde vivía su familia paterna, y su universidad se convirtieron en el nuevo objetivo. 

Un rumbo que definiría la vocación de Gavilán Bofill hacia la medicina y el abandono de la ingeniería. Tenía las cualidades perfectas para la profesión; no sólo una inteligencia asombrosa sino también una brillante habilidad manual. Dos virtudes que, conjugadas, eran la base perfecta para un cirujano. En lo formativo completaría el Premio Extraordinario de su licenciatura médica con un doctorado en la Universidad Central de Madrid y su tesis La raquianestesia.


Pese a aquel currículum, la práctica de la medicina en España estaba –en la mayoría de los casos– más cerca de siglo XIX que de los avances universitarios del XX. Entre 1913 y 1915, el menorquín trabajó como médico rural para ganar dinero. Recorría a caballo caseríos y aldeas de León y Valladolid: de Santibáñez de Valdeiglesias a San Feliz de Órbigo pasando por Moral de Órbigo. Fue en aquel 1915 cuando el catedrático Sabino Sierra le ofreció una vacante como auxiliar en la sección de Anatomía de la Universidad de Valladolid.

Gavilán Bofill aceptó el puesto y, desde entonces, compaginó esa labor docente con un trabajo como médico de guardia en el Hospital Clínico de la misma facultad. Siete años después entraría como profesor agregado al Instituto Sierra.

Mientras era maestro de los noveles, el menorquín fue también discípulo de los grandes. Con el Doctor Segarra se introduciría en la cirugía; con García Tapia, en la otorrinolaringología, disciplina en la que acabaría por especializarse.

En 1902 la Universidad de Valladolid instauró oficialmente los estudios de Otorrinolaringología en la Facultad de Medicina. Un par de décadas después –en 1943–, el menorquín se convertía en el primer catedrático de la institución. Ya antes, como profesor interino, se había ocupado de la planificación, la dirección de la docencia, la investigación y la asistencia.

Gavilán Bofill tuvo también maestros europeos. El francés Dr. Moure en Burdeos y los alemanes Beyes y Seiffert en las famosas clínicas de Passau y Von Eicken de Berlín. De esta experiencia –además de un máster en pedagogía superior– surgieron publicaciones como la enseñanza de otorrinolaringología en nuestras facultades o La punción lumbar. Estudio del líquido cefalorraquídeo en la sífilis.

Su trabajo en la literatura científica fue incansable. Ya en 1935 había publicado una obra fundamental dentro de su especialidad: La tuberculosis crónica de la laringe en el adulto. Sus colaboraciones con otros médicos fueron frecuentes también en lo teórico: desde el doctor Lecha Marzo a García Urdiales pasando por López Prieto. Según muchos autores, el menorquín fue responsable de las directrices que sirvieron de base para la reorganización de la Previsión Médica Nacional.

Su reconocimiento profesional comenzó poco después. En 1937 fue elegido presidente del Colegio Oficial de Médicos de Valladolid y vocal del Consejo General de los Colegios Médicos de España, entre otros. En 1949 asistiría en representación de España al Congreso Internacional de Otorrinolaringología en Londres.

En 1940 su discurso para el ingreso como miembro en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid mostró una nueva faceta de su trabajo. Estudios de fonética sirvió no sólo a la otorrinolaringología sino también a lingüistas, filólogos y fonetistas.

En 1958 fue designado vicedirector de la Universidad de Valladolid, pero un año después era jubilado por imperativo legal al haber sobrecumplido los 70 años. Eso sí, el apellido Gavilán continuaba en el puesto con su hijo César Gavilán Alonso como sucesor en la cátedra. El mismo 1959 en que el Ayuntamiento de su Mahón natal le nombraba Hijo Ilustre.

En 1981 murió en aquella Valladolid que le había acogido y encumbrado. Pasaba ya de un siglo de vida en el que había pasado de ser un médico rural montado a caballo a un investigador de laboratorio de primer orden. Para entonces, muchos autores consideraban ya que Marcelino Gavilán había creado el concepto de otorrinolaringología como se entiende en la actualidad, desarrolló su aplicación clínica y aportó a aquella ciudad castellana "todas las novedades que se producían a ritmo vertiginoso en Europa y América".

Baleópolis nº83  09-11-2010

Fuentes

islademenorca.org

Fills il·lustres de Palma editado por Ajuntament de Palma

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