Rafael Saura y Eymar
1813 -1871
En el Salón Capitular del Ayuntamiento de Mahón cuelga el retrato de un hombre tan interesante como desconocido. El currículum de Rafael Saura Eymar y el oscurantismo sobre su historia le convierten en un personaje ilustre más cerca de la leyenda que de la realidad. Con una infancia digna de niño prodigio acabó por asistir el parto de la hija primogénita de la reina Isabel II y los últimos días del general Prim.
Un artículo publicado en 1982 en Diario de Menorca es prácticamente la única fuente de información sobre Saura Eymar. La historia comienza poco después de su nacimiento en Mahón el 9 de diciembre de 1813. Dicen que su precocidad fue tal que con apenas tres años conocía perfectamente el abecedario. Entre la sorpresa y la admiración, el sacerdote Miguel Panedas le convirtió en su monaguillo ayudante.
En su formación, su talento llamó más a la preocupación que a la alegría. Sus profesores no se cansaban de advertir su asombrosa inteligencia y su imposibilidad de enseñarle más. Así que su infancia y adolescencia transcurrieron en una peregrinación por varias escuelas. Pese a que siempre le había interesado la medicina, estudió Leyes en Palma antes de dar el salto a Barcelona para formarse como médico.
París fue luego su destino para doctorarse en 1839 con las más altas calificaciones. El propio Mateu Orfila (ver entrada), menorquín e instalado también en la capital francesa, escribió a la familia del estudiante asegurándole el más brillante porvenir para su hijo. La ciudad supuso su consagración en la medicina. Familias nobles y destacadas no dudaban en consultarle dada su gran reputación; algunas de emigrados españoles como la del Infante don Francisco de Paula. Su época francesa fue también la de sus investigaciones teóricas plasmadas en multitud de estudios. De la nature colorante du sang o Faire connaitre avec exactitude la nature des differens membres des artéres, entre otros.
De vuelta a España, Rafael Saura revalidó sus títulos en Madrid. Obtuvo la cátedra de Patología de la Mujer y de los Niños y la de Obstetricia en la Universidad Central cuando aún no había cumplido los treinta años. Así –como señala el vicepresidente del Ateneo de Mahón, Miguel Ángel Limón–, se convirtió en uno de los primeros médicos especialistas nacidos en Menorca.
Su renombre en la capital creció como la espuma. Tanto que –como confirma la propia cronista archivera del Ayuntamiento de Mahón, María Ángeles Hernández– fue llamado para atender personalmente a la reina Isabel II, "hecho que supuso su nombramiento como médico de cámara de la misma".
La consulta era concreta: asistir a la soberana en el parto –aquel diciembre de 1851– de la que sería la Princesa de Austria, María Isabel Francisca de Asís. Tras reconocer a la parturienta, el menorquín se opuso rotundamente a la operación a la que querían someterla otros doctores que vaticinaban la desgracia de no ser escuchados.
El país entero estaba pendiente de aquel alumbramiento. Sólo un año antes la reina perdió a su primer hijo pocas horas después de nacer. Esta vez Saura Eymar aseguró que el parto se desarrollaría con normalidad, y su acierto hizo que su prestigio se viera acrecentado.
Tras algunos logros difíciles de demostrar –su intervención en la primera operación de laparotomía realizada en España en 1861 o la invención de un aparato para extraer sangre de la matriz– la Historia volvió a cruzarse en su camino. Diario de Menorca asegura que el prestigioso médico mahonés asistió, junto a otros seis doctores, al general Prim en sus últimos momentos aquel 30 de diciembre de 1870. En aquella ocasión no pudieron hacer nada por salvar su vida después de haber sufrido un terrible atentado en la madrileña calle del Turco.
Su reconocimiento como médico fue paralelo al de su propia persona. A sus nombramientos como Académico de número de la Real Academia de Medicina o vocal de la Junta Superior Consultiva de Sanidad, le siguió una carrera política. Tras la caída de Isabel II se presentó como diputado a las Constituyentes de 1869 por la circunscripción de Menorca e Ibiza. Más tarde fue elegido senador del Reino por Baleares.
Su fallecimiento se produjo en noviembre de 1871 en Son Cremat, predio de su propiedad. Sus restos reposan hoy en el cementerio de Mahón en un mausoleo levantado expresamente para el doctor. Sólo seis años después, su rostro pasaría a engrosar la galería de menorquines ilustres del Ayuntamiento. Su retrato se había garantizado ya un hueco entre la leyenda y la posteridad.
Baleópolis nº 68 27-07-2010
Fuentes
Archivo Municipal de Mahón
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